1. Libertad


    Fecha: 07/07/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... sonido de la lluvia le ponía. La lluvia ponía caliente a Dunia, y Guillermo podía ver, bajo la falda, bajo las bragas, su vagina resbaladiza, podía tocar su temperatura, podía oler su penetrante sudor. Se ensimismaba añorando las noches pasadas con Dunia, se arrepentía por haberla llamado «gorda» aquel día que fingió no haberla visto en la calle cuando iba en compañía de una joven y guapa dependienta de una tienda de moda; porque Dunia era gorda, pero no permitía que nadie la llamara así, «gorda», excepto ella misma. «¿Quién sería su nuevo amante?», se martirizaba Guillermo. El día que Dunia lo mandó a la mierda, Guillermo había salido de compras muy temprano. Iba de tienda en tienda por el centro de la ciudad buscando vestuario de otoño. En una de las tiendas, una dependienta se le insinuó en el probador: una veinteañera con los pechos operados, con una melena planchada teñida de azabache, uñas de pies y manos pintadas de rosa, la de los pies sobresaliendo de la tira más estrecha de sus sandalias, que vestía un uniforme consistente en un pantalón de pitillo ajustado a sus piernas y una camiseta de tiras de cuello redondo con el logotipo de la empresa. Guillermo, que no le doblaba la edad por muy poco, aunque se sabía apuesto y atractivo, no se lo esperó, no obstante reaccionó con prontitud y le propuso una cita a la muchacha, que dijo llamarse Patri, a la hora del almuerzo, en la que ella acababa su turno. La esperó. Después fueron a un restaurante de comida rápida, donde él ...
    ... le propuso cama y ella aceptó risueña. Luego caminaron hacia su céntrico apartamento, ambos cogidos por la cintura diciéndose palabras al oído y haciéndose arrumacos que culminaban en besos candentes en bocas y mejillas. Entre el gentío, Guillermo vio a Dunia, que sostenía una carpeta al final de su brazo, pegado a su enorme cuerpo; seguramente se había citado con alguien para una entrevista, y se cruzaron a pocos metros de distancia. Guillermo supo que Dunia le había visto, por la orientación de su cara; él desvió su mirada hacia el terso cuello de Patri y la besó. Ya estaban Guillermo y Patri desnudos sobre las sábanas cuando se oyó en el smartphone de Guillermo el sonido de una notificación, un mensaje, Dunia; empuñó el aparato, que estaba sobre la mesita de noche, y leyó: «Te acuestas con esa»; « Sí»; «¿Mejor?»; «Probaré, tú estás gorda»; «Hijoputa». La había perdido para siempre. Pasó la tarde entera follando con Patri, pero... no fue lo mismo que con Dunia. Patri tenía un cuerpo casi perfecto, le gustaba follar con la luz encendida. Patri sabía hacer mamadas, aunque se adornaba demasiado: hacía movimientos circulares con su cabeza, con el pene introducido en su boca, que no hacían más placentero el acto, más bien lo desvirtuaba: seguramente lo había visto hacer en una película porno; eso sí, se tragaba todo el semen, rebañando hasta el último hilo de babaza. Patri, entre polvo y polvo, bromeaba diciendo obscenidades del tipo: «Me pones perra», «venga, cómeme las tetas, ...
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