1. CONFESIÓN


    Fecha: 21/07/2019, Categorías: Dominación Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos

    –Ave María Purísima. –Sin pecado concebida. –¿Cuáles son tus pecados, hija mía? –El padre Julián formuló la pregunta con el tono monótono y un tanto funcionarial de quien está acostumbrado a repetirla numerosas veces al día–. –Padre, yo… Concha, cohibida, dudó. No era su primera confesión, pues desde la Primera Comunión estaba acostumbrada a hacerlo cada semana. Socialmente era impensable lo contrario en la época en que le había tocado vivir. Pero nunca se había sentido cómoda, encerrada en aquel oscuro cubículo impregnado por el olor a humedad, en eterna penumbra y hablando de sus cosas más íntimas con un hombre agazapado tras la rejilla. –Adelante, hija mía, sin miedo… Concha pudo sentir sin verla la viscosa mirada del cura, como la había notado en otras ocasiones. Pese a su juventud, intuía las intenciones del hombre que se agazapaba tras el alzacuello, lo cual le azoraba y confundía, pues no es la actitud que esperaba de un religioso al que muchos en el pueblo consideraban un santo. –¿Has tenido pensamientos impuros? –La pregunta parecía destinada a romper la indecisión de la adolescente–. –Yo… Sí, padre. –¿Sobre algún hombre? Vamos, pequeña, estamos aquí para esto, para que expulses de tu conciencia tus pecados y purificar tu alma. Debes contármelo todo, sin ahorrarte detalles. –Bueno… a veces pienso en mi novio. –Ajá. ¿Cómo? –Pues… imagino que estamos juntos… –Ya. ¿Os besáis? –Mmm… sí… –¿Y qué haces cuanto tienes esos pensamientos? ¿Te tocas? –Yo… bueno… a veces… ...
    ... –¿Te acaricias los pechos? –Eh… sí… –¿Te gusta acariciártelos? ¿Tocarte los pezones? ¿Pellizcártelos? ¿Imaginar que son las manos de tu novio las que te tocan? –Yo… –¿Dónde más te acaricias? –Insistió el religioso con un tono crecientemente ansioso– ¿Te gusta tocarte entre las piernas? Explícame cómo los haces. Es el único modo de extirpar el pecado. –Yo… bueno… me… me acaricio sobre la tela de las bragas. Me gusta tocarme ahí… al tiempo que me acaricio los pechos… Luego meto la mano dentro de la braga y me toco los labios de… de… Cuando se abren, mojados, busco con el dedo mi… botoncito… y lo acaricio… –Ya… ¿Te gusta tocarte el clítoris? –Sí, padre… –el explicito término en boca del confesor la turbó, más si cabe–. –¿Y qué más haces cuando te masturbas? ¿Te acaricias el ano? –Yo… sí. Con la otra mano busco mi culo y me acaricio y… meto un dedo dentro. Me da mucho gusto, padre. –Mmm, eres una pecadora muy viciosa –la respiración del sacerdote era puro jadeo–. Es el diablo el que guía esos pensamientos y esos actos nefandos. ¿Y qué cosas haces cuando estás con tu novio? ¿Él también te toca? –Sí, padre. –¿Cómo? –Confiésamelo todo, hija– –Bueno, nos besamos. Y él… me toca los pechos. –¿Sobre la ropa? –Sí. Pero a veces me mete la mano bajo la blusa y me toca el sostén… y dentro de él. –¿Y qué más? –También me acaricia las piernas. Empieza por las rodillas y sube por los muslos. Luego… me toca las bragas. Mete la mano dentro y me acaricia ahí. –¿Tu sexo? –Sí, padre… El rostro ...
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