1. Heil mama (Cap. 4)


    Fecha: 23/08/2019, Categorías: Incesto Sexo en Grupo Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... venido sola? No deberías andar sola a estas horas —dije, antes de que notase cómo la miraba. —Porque hace muy buena noche y me apetecía dar un paseo. Y tranquilo, se cuidarme sola. —Eso me lo creo. Pero la próxima vez deberías coger un taxi. —¡Joder, Paquito! Vaya turra me estás dando... Te pareces a mi padre. —¿Al abuelo? Mi madre me dijo lo mismo hace poco. —Pues debe ser verdad. Se quedó mirándome un momento. Sus ojos marrones brillaban bajo la luz de la farola. De pronto se echó a reír, y yo no pude evitar reírme también. —Oye, tita. ¿Quieres tomarte la última con mis amigos y conmigo? Estamos ahí, en el parque. —Mmm... No sé. No me va eso de beber litronas en un banco —dijo ella, torciendo su boca de labios rojos. —¡No somos tan cutres, joder! Estamos en la furgoneta de Román, y tenemos bebida buena. —¿Una furgoneta? ¿No iréis a secuestrarme, eh? —Con lo pesada que eres, te devolveríamos a los cinco minutos. —¡Eh! ¡Pero bueno! —Me golpeó el brazo y se rio de nuevo. —Venga, ven por lo menos a saludar. Te han visto de lejos y no se creen que seas mi tía. —¿Ah no? Pues eso lo voy a arreglar ahora mismo. Ni corta ni perezosa, castigando el césped con sus taconazos, mi tía Merche se metió en la penumbra del parque rumbo a la furgoneta. Yo caminaba detrás de ella, mirando el firme trasero que se adivinaba bajo su falda. No me hizo falta presentarla. Ella misma se anunció como “Merche, la tía de Paquito” y saludó a mis amigos con besos en la mejilla mientras ellos le decían ...
    ... sus nombres. Obviamente, los tres chavalotes de cabeza rapada estaban flipando. Miraban a mi tía, se miraban entre ellos y me miraban a mí. Sin pensarlo dos veces, Merche entró en el habitáculo de la furgoneta y se sentó en el colchón, con la espalda apoyada en la pared de metal y las piernas cruzadas. La rodilla le quedaba casi a la altura de la cara y el pie se balanceaba en el aire, enfundado en una sandalia roja con un largo tacón de aguja. La falda se le subió casi hasta la cintura pero no le importó lo más mínimo; de todas formas en esa postura no podíamos verle las bragas. La piel tersa y morena de sus espectaculares piernas parecía bronce bajo la luz amarillenta de la linterna a pilas que había colgada en el techo. Suspiró y sacó un paquete de tabaco de su pequeño bolso. —Esto es muy acogedor chicos. Bueno... ¿quién me prepara un copazo? De inmediato, Chechu cogió un vaso de plástico limpio y le preparó un cubata, antes de sentarse frente a ella. Román se sentó en el colchón, junto a mi tía. Yo estaba en la parte más cercana a la cabina del conductor, acomodado sobre un viejo escabel que habíamos encontrado un día junto a un contenedor. Fonso estaba cerca de la puerta lateral, recostado sobre un par de sacos de cemento que estaban allí no sabíamos muy bien por qué. Aunque a mí no me cayese demasiado bien, debía reconocer que mi tía era de lo más simpática y sociable, sobre todo cuando estaba achispada. En pocos minutos mis amigos hablaban y bromeaban con ella como si la ...
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