1. Atracción fatal o amor prohibido (4) Algo más que sexo


    Fecha: 29/08/2019, Categorías: Incesto Infidelidad Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos

    ... cama se fue desprendiendo de la falda y la blusa, llegando primera a la cama, el altar de los deseos, donde se entregaría al agasajo del macho que la va a inseminar. Sentada en el lecho, piernas abiertas, ofreciendo la visión inequívoca de su calentura, los labios de la vagina se abren, aleteando el deseo brillantes y jugosos, sus manos la ofrenda de sus hermosos meloncitos con los pezones rozagantes y ansiosos por ser comidos por el ogro que los amenaza con hacerlo. Sacié mis ganas de sentirme escondido entre sus pechos, sucumbir al delicioso frotamiento con esas carnes tersas y cálidas, mamando hasta saciar la sed de un año sin tocarlas, lamiendo y mamando, saltando de una a la otra, mientras Sonia guía las deliciosas guindas para que su hombre se empalague de place al consumir tanta teta. Luego fue el tiempo de acunarme la verga que estaba al máximo de su tensión, sentía sus manos asiéndola y sentía toda la tensión de la calentura, ese momento que la erección se hace tan intensa que sentimos una molestosa incomodidad de tan erecta, necesitamos ponerla cuanto antes. Tal fue este caso, tan dura que sentía como dolor, no tuve tiempo ni paciencia para dejarla acunar entre sus tetas, sería para otro momento ahora me urge entrarle cuanto antes, encontrar refugio en el mar de su vagina para apagar el ardor de la calentura que me está consumiendo. Sin más tiempo, la tendí de espaldas, elevé sus piernas para colocarme por debajo de ellas y me lancé en picada sobre su sexo, una ...
    ... breve pero intensa lamida la colmó de felicidad y hasta casi llevarla al borde mismo del orgasmo. Nuevamente piernas arriba y me arrodillo justo para tener un punto de apoyo que me permita el balance preciso para penetrarla. Se abrió los labios, apoyé la poronga en la puertita y seguí abriendo el estrecho camino al placer, sentía la resistencia de varios días sin sexo al paso de una “herramienta” bastante más ancha que la de su marido. Esta vez fue todo de una, hasta el fondo sin pausas intermedias. En la entrada triunfal hasta que mis testículos se balancearon contra sus nalgas, fue meterla sin pausas, las piernas bien elevadas, los talones apoyados en mis hombros, volcado sobre su cuerpo empujando el ariete de carne casi como único apoyo de mi cuerpo sobre el suyo. Los gemidos por abrirla y empujarla hasta el fondo fueron haciéndose notar, la calentura comienza a invadir sus sentidos y colmar su lujuria. Esta vez el orgasmo llegará bien pronto, sabe cómo recibirme, no hay sorpresas, solo apremiante necesidad por salir del estado ansioso de sentir esa calentura que la domina, que le obliga a estrujarse las tetas para sobrellevar el temblor de sus músculos. La tensión de los momentos culminantes se reproducen, se le seca la boca, respiración entrecortada, como pez fuera del agua, la mirada perdida y vociferando incoherencias. El primer golpe del orgasmo endurece sus músculos, tensa los tendones, detiene la respiración, eleva la pelvis hasta incrustarse el miembro que frote la ...