1. Historia de dos buenas amigas


    Fecha: 14/11/2017, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... montarse encima mío y sus labios recorrieron mi cuello, bajaron por mis senos, se detuvieron en mi vientre y bajaron poco a poco a mi sexo abierto y húmedo. Me sorprendió su voracidad y al mismo tiempo la delicadeza con la que empezó a comerme, su lengua penetró con curiosidad casi infantil en mi vulva. Mientras tanto, yo la miraba desde arriba, semi recostada en los almohadones de la cama, su abundante cabellera lacia le caía de lado mientras se afanaba en darme placer con su lengua, para entonces ávida exploradora de las profundidades de mi sexo que se extendía a lo largo de mi raja y por momentos se detenía nerviosamente en mi clítoris hinchado. No pude más y le dije: “ven, ven aquí, dame la tuya”... Ella obedeció al instante y puso su sexo a merced de mi lengua ávida, volátil. Sus gemidos se hicieron intensos, mientras mis manos apretaban sus nalgas hermosas y firmes y se deslizaban por sus muslos fríos y redondos. “Qué sabor el tuyo” le dije a media voz... “y el tuyo, rica, es de lo mejor” me contestó cachondísima... Después de disfrutar las mieles de nuestros cuerpos en ese estupendo sesenta y nueve, ella se incorporó y se sentó en mis piernas, poniendo nuevamente sus pechos a mi disposición, yo mordía con ansias locas, chupaba, lamía, tocaba, masajeaba sus tetas grandiosas, mientras le clavaba mis dedos una y otra vez, disfrutando del calor de sus jugos. Cuando más excitadas estábamos, comencé a mover mis dedos con más prisa, mientras ella se babomboleaba de adelante ...
    ... hacia atrás, aún sentada sobre mis piernas. Se corrió dos veces en medio de suspiros y gemidos sensuales y cayó exhausta encima mío. Yo le acaricié su cabellera y lamí cariñosamente sus pezones. Se recuperó rápidamente y me dijo “ahora te toca a ti, querida”. Se montó encima mío y comenzó a morderme los pezones... “están duritos y hermosos” me decía coqueta, “eres de lo más bonita, estás cachondísima” susurraba a mi oído. Jugó con mis senos y mi sexo a la par, metía y sacaba sus dedos, jugueteaba con mi clítoris, besaba mi cuello y se fundía con mi boca... “muerde más” le suplicaba y ella obediente lo hacía... Pronto encontró el ritmo apropiado con el que frotar mi chocho, lo hizo maravillosamente bien, mientras con la otra mano oprimía con cierta fuerza mi pezón derecho. Yo apretaba las piernas para conseguir un orgasmo intenso y cuando éste empezó a llegar, ella comenzó a jalar mi pezón con fuerza a uno y a otro lado, de manera que el estímulo que me producía mi seno bamboleante, se juntara con la sensación que me produjo ese orgasmo inolvidable. Cuando exhalé el último gemido de placer, ella se incrustó en mi boca y nos besamos largamente, moviendo suavemente nuestras lenguas, tocándonos el cabello, acariciando nuestros rostros, besándonos las mejillas y el cuello. Nos arropamos un poco, pues ya era de madrugada y la brisa entraba por la ventana. Comentamos qué rica estaba la noche y qué rico lo que había pasado entre nosotras. Acordamos que éste sería un secreto entre las ...