1. De cómo mi inconsciente superó a mi consciente, o porqué soy así (3)


    Fecha: 09/05/2019, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: Camila, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    Tiempo atrás, Frank me había convencido de que me cambiara a su escuela, a lo que mis padres no se opusieron, pues era muy barata y mi familia estaba con problemas monetarios. Era un instituto pequeño, y la verdad era una vacilada, un fraude escolar, de esas que por aquí llaman escuela barco, pues cualquiera con un poco de cerebro aprobaba cualquier materia. Así que Frank y yo teníamos tiempo para hacer lo que quisiéramos, que generalmente era irnos tempano a su casa, jugar a los videojuegos, esperar a que se fuera el personal de limpieza, que también nos dejaba la comida ya hecha y hacer lo que nos viniera en gana. Insistentemente, Frank me preguntaba qué había sucedido con Camila y Miko mientras él estaba de vacaciones,  y yo le contestaba que había visto a Camila un par de veces y ya, o sea, no había sucedido nada, pero que yo ya no quería nada de sexo. ¿Por qué no le quería contar todo? Porque a mi juicio lo que había hecho estaba muy mal, era inmoral, sucio, y además simplemente no me atrevía. Empero, supongo que en mi mente hubo una guerra entre dos bandos: la parte que mencionaba, que se refería a mis creencias morales y, por supuesto, el placer y el encanto del sexo como me gustaba. Y eso me llevó a un estado de angustia que ya no aguantaba.
    
    Finalmente decidí y se lo conté a Frank. Después de terminar todo mi relato, Frank se quedó callado un momento para luego acercarse a mí y darme un beso. Yo supongo que me tensé porque Frank me susurró al oído “tranquilo”, y ...
    ... dejé que me acariciara; comprimí mi vientre para que su mano entrara mejor dentro de los pantalones para acariciar mi pene. Después de desnudarse fuimos al cuarto de sus papás, con una cama inmensa y  ahí me dejé llevar. Lo hicimos de todas las formas, me masturbó tres veces, y no paramos hasta que ya estábamos agotados. Y después, de forma imprevista vino la reacción: me puse a llorar y le conté, ahora sí, mis sentimientos, y le eche la culpa. La reacción de Frank me sorprendió; me abrazó y me dijo –ya, ya, todo se va a arreglar. 
    
    Dos días después me pidió que nos saltáramos las clases y nos fuéramos a su casa. No iba a haber nadie. Al llegar me agarró de la garganta con su brazo doblado y comenzamos a luchar, y me fue quitando la ropa; al principio creía que era parte del juego, pero luego me amarró las manos por detrás y me tapó los ojos con un antifaz como los que usan en los aviones y también la boca, con una especie de esfera con agujeros que se amarraba a una cinta que me pasó por la cabeza, me desnudó completamente  y ahí me dejó. Después de un rato, regresó por mí, me puso unas cintas de cuero en las muñecas, otras en los talones y en el cuello, me volvió a amarrar las manos a la espalda, sujetó una cadena a mi cuello y, yo desnudo, me llevó al jardín, en donde estaba  
         
    Salimos al jardín (lo podía sentir) y entramos al cuarto de juegos, en donde me tendió en la mesa de billar y me amarró a los extremos de forma muy tensa. Todo lo que sucedió después lo pude ...
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