Adictas Al Embarazo - Relatos Eróticos

Adictas Al Embarazo

ADICTAS AL EMBARAZO.

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Clara es una mujer de 34 años, aproximadamente 1.67 de estatura, esbelta, y muy ocupada. Es contadora pública al igual que su madre, con la cual vive aún a su edad, además de su hijo Leonardo (Leo), quien actualmente tiene 18 años y cursa la universidad.
Su hijo es un poco más alto que ella, fibrado de cuerpo sin exagerar. Desde que se quedó embarazada a muy temprana edad, su vida ha girado en torno a su hijo, a la escuela y después al trabajo. La reprimenda por parte de su madre Rocío, la dejó traumada al igual que a ella. Se había repetido la historia de la madre en la hija.
Siempre tenían que trasladarse de la pequeña comunidad en que vivían a la ciudad próxima en donde realmente desempeñaban su vida laboral, para después regresar a la apacible y modesta casa que rentaban desde hacía años.
La noche que inició todo, Clara apenas había terminado el trabajo que la tenía sin dormir los días pasados, fue a la cocina a prepararse un té, para después tratar de relajarse viendo su telenovela nocturna, la cual tenía muy abandonada.
Debido ...

... al cansancio y a la caliente y relajante bebida, terminó por dormirse en el sofá de tres plazas que se encontraba frente al televisor.
Su sueño de por sí era pesado por naturaleza, pero también por ésta última, despertó algo confusa, y con muchas ganas de orinar. Se dirigió al baño en el segundo piso lo más aprisa que le permitía su cuerpo adormilado y deseoso de regresar a dormir.
Terminada la urgencia, se dirigió hacia su cuarto el cual se encontraba pasando el de su hijo Leo, ya había abierto la puerta de su habitación, cuando un fuerte gemido la distrajo, parecía provenir del cuarto de su madre al final del pasillo. No podía creerlo, después de tanto tiempo y sobre todo, de tanta disciplina de trabajo y discreción, ella, su propia progenitora, para quien su existencia era un error que le había costado sus sueños, por fín le había valido todo y metido a un extraño a la casa.
Sería mentir, si se dijera que el primer pensamiento que llegó a su mente fue el ruido que podría despertar a Leo, quien idolatraba la figura de su abu, como él siempre la llamaba. No. Lo primero que pensó fue en los fluidos que empezaban a depositarse en su panty, que resguardaba esa peluda y casi virgen panocha, que ahora perfumaba todo el ambiente a su alrededor.
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Se acercó sigilosamente, los gemidos iban en aumento y su nerviosismo provocado por espiar las correrías nocturnas de su madre, aceleraba el ritmo de su corazón. La luz del cuarto se filtraba por debajo de la ...