1. POR GUACHA Y POR PUTA ME HICE ROMPER EL CULO


    Fecha: 22/02/2020, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: NOELIA, Fuente: RelatosEroticos-Gratis

    ... evitar seguírsela mirando. Ya estaba calentita y con ganas de agarrársela. Aquel pedazo de verga era más grueso que mi muñeca y muy, pero muy larga. 
    En ese tiempo había visto solo la de mi novio, hoy puedo decir que no volví a ver algo igual. 
    Ya no soportaba mis ganas de agarrársela y justo como leyéndome el pensamiento, el loco movió el espejo para que mis amigas no pudieran ver nada, y tomándome la mano la llevó hasta su pija o más bien su pijón. 
    Mi mano no alcanzaba a rodearla, me faltaba pila, por eso digo que era más gruesa que mi muñeca. 
    Empuñando aquel tremendo y hermoso pedazo de guasca, sintiendo los relieves del montón de gruesas e hinchadas venas que adornaban su cipote. Con mis pezones duros y bien parados, mi excitación en ese momento era más bien una brutal calentura. 
    Sentí la concha mojada y al mirarme me dio vergüenza, eran tantos los jugos que mi calentura hacía largar a mi concha, la tenia tan ensopada, que mi tanguita no contuvo tantos jugos y 
    traspasando el pareo que intentaba cubrir mi putísima mallita, estos llegaron al tapizado de la lujosa butaca del Mercedes formando un redondo charco. 
    A pesar de mi edad y mi poquísima experiencia, no me cruzaban temores ni dudas, solo me sentía dominada totalmente por una desesperada necesidad de estar bien ensartada por aquel vergón. 
    Ya estábamos llegando a la casa de mis amigas. 
    Al detenerse cubrió su guasca con una revista, y yo sin él decir nada, le pregunté si seguía hasta el centro, ...
    ... (recuerden que mis amigas vivían en la parada cinco). Pienso que mi actitud terminó quitándole cualquier duda que pudiera tener. Pues en voz alta (para que lo escucharan mis amigas) me respondió que sí, que él iba hasta el fin de Gorlero, entonces yo me despedí de mis amigas diciéndoles que me iba para mi apartamento, que tenía un poco de dolor de cabeza. (otra que dolor de cabeza, el único dolor que seguro me harían sentir, iba a ser muy diferente). 
    Estaba resuelta quería hacerme garchar bien por aquella brutalidad de pija, que me asombraba, pero ya no me asustaba. 
    
    Mientras se la seguía agarrando, el veterano me miraba con una canchera y sobradora sonrisa.
    Recuerden tenía 16 añitos, era una mantequita, tetona y calentona. Un manjar que se le estaba regalando. 
    Apenas arrancamos me agarró la nuca y llevó mi boca derecho a su verga, la tenia tremendamente dura, el pedazo que lograba meterme en la boca lo sentía palpitar y me hacía palpitar la concha. 
    Siguió manejando y yo no levanté más la cabeza, iba prendida de su verga chupándola como loca, a la vez que intentaba calcularle el tamaño. Su grosor hacia que al empuñarla mi mano no alcanzara ni cerca para rodeársela y de larga ponía las dos manos y aún me sobraba un trozo de pija y la cabeza como para poner una mano más si hubiera tenido. 
    Recaliente calculé que su grosor era como el de una botella de coca chica y el largo más de 25 centímetros, pero le estaba errando por lejos.
    Cuando después, pude medirla bien, resultó ...
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