1. El reencuentro tórrido con Agica


    Fecha: 10/12/2017, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... papeleos y burocracia hospitalaria. Estuve tres meses internada. Una cosa llevó a la otra y unos años más tarde acabé casándome con él. Por Dios, Sandra. Si hubiera sabido... Habrías sabido, condenado cabrón. Habrías sabido si hubiese habido forma de contactar contigo. Te busqué, Dios sabe que hasta debajo de las piedras. Lo único que supe es que habías emigrado a Suiza. Encontré un trabajo... Y perdiste una vida. Dos, en realidad —agregó entre sollozos. Me asusté al ver tantas lágrimas en su rostro. Mi compasión la enfureció aún más. Me golpeó en el pecho a la vez que me insultaba. Me desabroché el cinturón de seguridad y la abracé. Me empujó lejos de ella de inmediato. ¡No! Ni te me acerques. Vamos al aeropuerto. ¿Para eso querías hablar conmigo? ¿Para reprocharme todo lo que hice o no hice? Ese es el resumen de todo esto, ¿una simple acusación? ¿Buscas acaso mi perdón? —bufó cruzándose de brazos—. Arranca ya. No. Quiero saber el porqué de todo esto. ¿Buscas atormentarme? ¿Que la culpa me castigue por no haber podido estar contigo? ¿Por no poder acompañarte en esos difíciles momentos? No fue un “difícil momento”. Casi me muero, idiota. Se giró hacia mí, con una sonrisa. ¿Habrías venido a mi entierro? Tragué saliva. Miré al volante. No sabía qué decir. Continuó acosándome. ¿Habrías soportado a papá y mamá? ¿Qué les habrías dicho? “Vaya, se murió mi zorrita” —agravó la voz— ¿O te habrías contentado, como tenías intención hoy, de aparecer tarde y mal? No soporté su mirada por ...
    ... más tiempo. Me volví a colocar el cinturón de seguridad y miré por el espejo en busca de un hueco en el tráfico para incorporarme. Pero Sandra fue más rápida. Giró la llave de contacto, apagando el motor. Respóndeme. Demuéstrame que me equivoco, malnacido. Se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó sobre mi. Me tomó de la mandíbula, clavándome las uñas. Me obligó a mirarla a los ojos. Su aliento se mezclaba con el mío. ¿Qué hubieras hecho, Daniel? Dime. Sus uñas se clavaron en mi carne. Su enrarecido aliento me quemaba los labios. Su nariz estaba pegada a la mía. La besé. Tomé su cuello cuando se resistió y quiso alejarse. La obligué a postergar el beso. Me mordió los labios mientras me arañaba la mejilla. Pero su boca seguía abierta y sus dientes separados. Metí la lengua aun a riesgo de que me mordiera. Así lo hizo. Gruñí cuando cerró los dientes. La solté. Pero no se alejó. Me miraba con ojos entornados, con las lágrimas rebosando en sus párpados. Atrévete de nuevo, hijo de puta. Me desabroché el cinturón sin dejar de mirarla. Fue toda una declaración de intenciones. Sonrió aceptando el desafío. La besé de nuevo. Volvió a morderme y tiró de mi pelo hacia atrás. Pero esta vez fue su lengua la que atravesó mi boca. Inspiró profundamente con la nariz mientras nuestros labios continuaban unidos. Sus dientes no dejaban que mi lengua accediese a su boca. Era la suya la única que tenía libertad de paso. Su saliva quemó mis heridas. Sus manos empuñando mi pelo guiaban mi ...
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