1. Me venció la victoria


    Fecha: 24/12/2017, Categorías: Infidelidad Confesiones Autor: Milfseduce, Fuente: CuentoRelatos

    ... Ahora tenía frente a mí un pene diferente al de mi marido. No sé si las proporciones eran mayores o similares, pues mi marido está bien dotado, pero sí éste lo vi demasiado erecto, grueso y grande. Lo tomé con las dos manos y no lo abarcaba todo, me gustó esa sensación. Empecé a realizar movimientos suaves, después me detenía y mis dedos buscaban su glande y se encontraban con la humedad consabida. Mis dedos se deslizaban alrededor de su glande, sentía como latía ese pedazo de carne y como crecía su excitación. Pasó por mi mente llevármelo a la boca y mamársela despacio, pero recordé lo que le había dicho: nada de sexo oral. Entonces, lo volví a agarrar con mis dos manos y empecé a masturbarlo, como sabía hacerlo, con la experiencia adquirida durante treinta años de casada. Lo hacía en ocasiones rápido y en otras lento, finalmente mis manos sintieron como venía en camino el fluido desde sus entrañas. Fue una explosión, tenía tiempo de no ver tanto semen producto de una eyaculación. (Mi marido, por obvias razones, la edad, ya no eyacula así). Pero lo que más me impresionó fue la fuerza con que salió, despidiéndolo todo en diferentes momentos y direcciones, y al mismo tiempo que sentía sus espasmos, sentía como su semen salpicaba mi rostro. Me levanté de la silla, saqué algunos pañuelos desechables de mi bolsa y me sequé la cara. Después utilicé otros para limpiarle su miembro, el cual, si ya no completamente erecto, todavía mantenía un buen tamaño. Miré el reloj y faltaban ...
    ... poco más de veinte minutos para las nueve. Ambos nos manteníamos callados. Se subió el pants, me tomó de la mano y me llevó a una de las camas de los Pilates. Se puso detrás de mí, me tomo de los hombros, me los acarició, después bajo sus manos a mi cintura y me susurró que subiera mis rodillas a la cama y pusiera las manos adelante, es decir, me puso en cuatro, como se dice. Sus manos empezaron a acariciar mi cintura, luego mis caderas y mis nalgas, pero sobre el vestido. Después sentí como una ligera brisa en mis piernas y mi culo, pues me había levantado el vestido. Detrás de mí, sentí sus manos como empezaron a tocarme las pantorrillas, después mis muslos interiores, y finalmente mis nalgas, no completamente pues las pantaletas que traía lo impedía. Pretendió quitármelas pero me negué, así que sólo las hizo a un lado y empezó acariciarme alrededor de mi vagina, para después meter sus dedos en mi coño y buscar mi clítoris. Debo decir que no me sentía muy cómoda, pero lo dejé seguir como sus dedos hurgaban en mis entrañas. Me llamó la atención no estar reseca pues a mi edad suele suceder. Me gustó que lo hiciera delicadamente, y aunque lo estaba disfrutando no sentía que fuera a llegar al esperado orgasmo. Después ya no sentí nada y le pregunté qué pasaba, me dijo que me estaba contemplando de esa manera y disfrutaba ver ese culo blanco y grande que tantos veces imagino vérmelo. Voltee lo que pude para poder verlo, miré su entrepierna y noté que ya la tenía erecta nuevamente: ...
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