1. La iniciación de Ester


    Fecha: 11/09/2017, Categorías: Lesbianas Grandes Relatos, Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... comenzaba a apretarla una y otra vez. No sé cuánto tiempo tardaría, pero supe que algo sucedía cuando vi a mi tío sacudirse con unos espasmos acompañados de gemidos. Él, al notar mi sorpresa, me miró y simplemente dijo «No te preocupes cariño, es que he tenido un orgasmo». Y así fue cómo aquella palabra quedó grabada en mi oído para el resto de la vida. Ahora me tocaba a mí experimentar aquel placer instintivo de olfatear una raja sudorosa. Yo me incorporé y Ester abrió los ojos como interrogándome, pero no le di tiempo de decir nada. De inmediato me puse de rodillas entre sus piernas y ella correspondió abriéndolas de par en par. La vista era magnifica. Al fondo de las piernas una tanga roja, con encajes, cubría el bulto obtuso de su coño. Se veía precioso. La transparencia de la tela permitía entrever un cierto color oscuro, por lo que supe de inmediato que Ester tenía el coño peludo. «Mejor así» pensé para mis adentros. Entonces metí la mano y me aventure a correr la tanga hacia un lado para dejar a la vista ese órgano exquisito. Apenas con ese leve contacto pude notar como Ester se estremeció y cómo en mi mano puede sentir el calor y la humedad abundante de su vulva. Entonces hice lo de mi tío Alejandro; acerqué mi nariz hasta que pude sentir en la punta la babosa sustancia de su placer. Moví la nariz en círculos lentamente con la intención de que el movimiento levantara el resto de olores dormidos y así fue. Una ráfaga penetrante de olor a coño entró por mis fosas ...
    ... nasales y causó estragos en mi interior. Yo sentí inmediatamente el cosquilleo típico conque mi clítoris pide placer; así que mientras con la boca me dedique a comerle el coño a Ester, introduje mi mano derecha en mis bragas y comencé a masturbarme con ellas puestas. Su néctar era divino. Tenía la consistencia de un moco espeso, como la flema de la nariz cuando se llora a moco tendido. Su sabor era entre dulce y salado, indescriptible. Le chupaba la vulva con tal voracidad que en pocos minutos ya tenía el rostro impregnado de su flujo. Mi barbilla, mis mejillas, hasta mi frente se habían frotado frenéticamente contra ese volcán de lava perfumada. Mientras tanto Ester se retorcía, gemía y chillaba como una perra. Quise ir aún más allá e introduje el dedo índice en su interior. ¡Qué divina calidez de sus entrañas! ¡Qué impresionante rugosidad la de su vagina! Era un conducto estrecho, de suaves anillos que se contraían al contacto con mi dedo. Urge un poco y pude sentir una protuberancia exquisita; supongo que es lo que llaman el Punto G. Me dediqué a masajearlo con la yema de mi dedo en forma circular y su estremecimiento fue prueba suficiente de haber llegado a donde quería estar. Pero quería mas, quería que Ester nunca olvidara esa experiencia; así que con mi otra mano busque el precioso esfínter de su culo. Puse mi dedo allí y me sorprendí de encontrarlo sumergido en sus propios jugos, así que con el movimiento con que Ester se retorcía, mi dedo fue lentamente introduciéndose en ...
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