1. La iniciación de Ester


    Fecha: 11/09/2017, Categorías: Lesbianas Grandes Relatos, Autor: chicapervertida, Fuente: CuentoRelatos

    ... animales. Con mi mano me aventuré a acariciar su entrepierna. Procuré rozar la parte interna de los muslo primero para no estimular directamente la vagina (eso es algo que deben aprender los caballeros). Mientras tanto me entregue a besar su cuello. En realidad la estaba olfateando, pues su olor era suculento. Podéis imaginaros que a esa hora de la madrugada, con el calorcito propio de este época del año y luego de haber pasado varias horas bailando y disfrutando el en concierto, ambas estábamos impregnadas de nuestros olores a gran intensidad. Ester olía a hembra y yo lo estaba disfrutando. Olfatear fue uno de los fetiches que herede de mi tío Alejandro. ¿Recordáis cómo lo sorprendía en las madrugadas oliendo las plantas de mis pies? ¿Os acordáis de cuando le sorprendí oliendo mis tangas diminutas mientras se hacía una paja? Bueno, resulta que mi tío fue desarrollando una obsesión por los olores de mi cuerpo. Luego de que yo le preguntara si me quería oler allá abajo, no perdíamos ocasión para que me olfateara en todas partes del cuerpo. Solo se limitaba a eso, a olerme y luego se iba largo rato al baño. Yo sabía lo que él hacía y también comencé a intuir que solo me olía por preservarme virgen. De repente comencé a acariciar los senos de Ester. Ella de inmediato reaccionó buscando mi boca para besarme. La verdad es que lo hacía muy bien. Jugábamos con nuestras lenguas húmedas de saliva y nos mordíamos los labios. Le desabotoné la blusa y deje expuestos su dos turgente ...
    ... tetas y de inmediato comencé a besarlas. Para los experimentados sabréis que las mujeres con los senos grandes y el humor fuerte, la zona debajo del seno, hacia los costados, desprende un aroma muy divino, como a cebollas tiernas, no tan intenso como el de las axilas y por lo tanto más fácil de acostumbrarse a él. Mientras la besaba iba recordando como mi tío disfrutaba oliendo mis axilas. Yo me tendía sobre la cama y pasaba mis manos por debajo de mi cabeza, dejando los brazos abiertos y mis axilas expuestas; y recuerdo como él se entregaba a restregar su nariz sobre mi piel sudorosa de la que brotaba un vello incipiente. A esa edad las hormonas del desarrollo hacen de las suyas y yo sabía que mi olor era muy fuerte, tanto que a veces mi madre se burlaba de mí apodándome "la rubia zorrillo"; pero a mi tío Alejandro no le importaba en absoluto. Luego sentía como su nariz se desplazaba con dirección hacia el sur. La primera vez me sentí muy incómoda. Tener a alguien entre las piernas oliéndote el coño es algo a lo que hay que acostumbrarse. La primera vez fue muy rápido. Recuerdo que él se agachó mientras yo descendía mi licra y mis pantys hasta la mistad de mis muslos. Él se puso de rodillas y acercó su nariz a mi rajita e inspiró profundamente. Yo me sacudí. <¡Tío me haces cosquillas!> recuerdo que le dije con mi voz quebrada por la excitación. Él acercó aún más su nariz y siguió inspirando; entonces vi como con una de sus manos se agarraba la polla por encima del pantalón y ...
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