1. Loca por un negro


    Fecha: 31/12/2017, Categorías: Sexo Interracial Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... colores propios. Esa noche le dí a mi esposo la mejor cacha de su vida. Le presté hasta el chico, cosa que no lo había dejado hacer anteriormente. Dormimos como unos tortolitos. FIN DEL LA PRIMERA PARTE. (Leyla) LOCA POR UN NEGRO (2) Y llegó el gran día. Mi esposo salió temprano a ejecutar trámites bancarios y yo me quedé en la cama repasando mis sueños. Soñaba con negros. Negros y más negros. Todos con una tremenda herramienta. Esos que se ven en los videos. Mi esposo, que es un hombre comprensivo y a la vez me adora, apoyó en todo momento lo que le propuse. Bueno,...apoyó un poquito. Realmente había que ponerse en su piel para permitir que yo, su sueño dorado, me dejara atravesar por un negro pichulón. Al medio día llegó con un regalito. Al abrirlo me encontré con dos conjuntos de lencería erótica preciosos. Son para usted mi amor, me dijo. Quiero que a aunque no va a estar conmigo esta noche, luzca como lo que es, la mujer más linda que pude haberme encontrado. - Les prometo que lloré -. Pensé mandar a la mierda todo lo planeado. Mi hombre no me merecía. Pienso que hay que ser muy hombre para permitir algo así. Pero mi sueño era más fuerte. Solo un gran pico negro sería capaz de apagar mi fuego. A la una en punto partimos de Santiago y nos detuvimos solo en Curacaví para almorzar. A la sobremesa me preguntó si estaba segura de lo que iba a hacer, y yo tímidamente le contesté que sí. Bueno, está bien, me dijo, y no hablamos más del asunto. Llegamos a Viña como a las cinco y ...
    ... nos fuimos directo al Hotel. Allí nos recostamos y dormimos. Despertamos cerca de las diez, ya noche pero muy descansados. Bueno mi linda, dijo, llegó la hora de la verdad. Yo me voy a ir a dar una vuelta al Casino y usted a lo suyo. Se vistió y partió. Yo me quedé sola. Preparé mi ajuar cual novia que va al sacrificio y empecé a vestirme para la ocasión. Busqué un conjunto nada sobrio, mostraba algo de piel y pierna. Cuando estuve lista bajé al loby. Mi esposo, atento como siempre, me había dejado con el botones del ascensor un clavel precioso, y una tarjetita que decía "que ésta sea tu noche, te quiero". Crucé la plaza y enfilé hacia calle Valparaíso, me piropearon de lo lindo pero me hice la desentendida. Al llegar, oh sorpresa, gringos por todas partes. Rubios, negros, asiáticos, latinos, un surtido enorme como para elegir. Seguí caminando y llegué al café Samoiedo, me asomé a la ventana y ví que las mesas estaban casi todas ocupadas por marines. Entré de pesca y observé de reojo si había alguna mesa disponible. Dos grandes negros como un camión cada uno conversaban, había una mesa desocupada justo al lado ellos. Allí me dirigí como si nada, ya habría un momento para hacer contacto. No demoró mucho en presentarse la ocasión. Una joven se acercó para atenderles un pedido, el inglés de los dos negrazos era muy cerrado y la chica no lograba entenderles. Yo algo sé y me ofrecí a ayudarles, aceptaron encantados. Después me invitaron a que los acompañara. Por supuesto acepté y ...
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