1. La soledad de mi hermana Vero.


    Fecha: 02/01/2018, Categorías: Incesto Autor: arteomx, Fuente: SexoSinTabues

    ... de su pezón, por sobre la blusa, y con muy ligeros movimientos, de vez en cuando llegaba a rozarlos provocando que se endurecieran y levantaran como queriendo reventar el sostén. De pronto y sin avisar, volteó la mirada hacia abajo justo sobre mi mano y su pecho y con su mano derecha aprisionó la mía obligándome a tocar completamente su seno. Volteó la cara hacia arriba y me dio un tremendo beso casi con desesperación y guió mi mano para que yo sobara libremente su riquísima teta. Su mano libre se posó decidida en mi entrepierna y comenzó a masajear de manera deliciosa y hábilmente, liberó mi tranca de la trusa sin sacarla fuera del pantalón. Tenía el pene recostado sobre mi pierna izquierda aprisionado por la tela de mi pantalón, que cosa rara en esos días, era de material muy delgado. Parecía que su mano estaba sobre mi pene directamente y no sobre la tela. Con una mano en su pecho y otra en su espalda la jalé más hacia mí y ella, soltando mi pene, comenzó a frotar su pelvis con la mía y su respiración se notaba cada vez más acelerada. La cargué en vilo sin dejar de besarla y la recosté sobre el enorme sofá que aún conservaba el forro de hule con el que se cubriera para la mudanza. Nuestras ropas fueron cayendo una tras otra y sobre el hule caliente, nuestro sudor se mezclaba al igual que nuestras salivas y pieles. Sin romper el contacto en ningún momento, mis manos hurgaban entre sus piernas mientras ella arqueaba la espalda exhibiendo totalmente su vulva a mis dedos ...
    ... exploradores. Sus jugos calientes resbalaban a raudales por mis nudillos y el torso y palma de mi mano. Con ellos mismos lubriqué perfectamente la totalidad de sus labios internos y externos poniendo énfasis en la zona del clítoris que estaba casi a reventar de ten erecto que se encontraba. Erectos también tenía sus pezones a tal grado que la aureola había disminuido su diámetro volcándose hacia el centro para, arrugándose, dar más dureza a la deliciosa punta que semejaba la cereza de un buen helado. El color moreno del pezón se había oscurecido tomando un color como de chocolate, y como si de eso se tratara, yo lo lamía esperando se derritiera en mi boca. Completamente mojados de sudor y fluidos sexuales, comencé a penetrarla por fin. Sus paredes vaginales eran muy firmes y cerradas, casi como una niña recién desvirgada, y prácticamente así era, pues después ella me contó que su marido casi nunca la tocaba. Aún no entraba completamente la cabeza cuando ella se estremeció y arqueó aún más la espalda mientras fuertes contracciones apretaban mi tranca y gritando de excitación me urgió a poseerla completamente. -¡Métemela toda, papi! – Dijo desesperada. De un fuerte empellón introduje la totalidad de mi pene y comencé a bombear fuertemente sin ningún preámbulo. Sus gritos se intensificaron y un segundo orgasmo la hizo víctima suya de nuevo. -No pares, manito. Métemela así. ¡Fuerte, fuerte! ¡No te detengas! -No quiero venirme pronto. – Contesté. –Quiero alargar éste momento -Como ...