1. Mi diosa


    Fecha: 11/01/2018, Categorías: Hetero Autor: Xeda, Fuente: SexoSinTabues

    ... y bien puestos pechos. A la camisa le acompañaba una falda negra que le llegaba por las rodillas y que dejaba ver sus blancas, perfectas y preciosas piernas. Para terminar unos tacones rojos oscuros que hacían juego. No se cuanto tiempo me quede embobado mirándola y pensando todas las cosas que me gustaría hacerla. ¿Como seria sin esa camisa blanca? ¿Llevaría tanga? Desnuda tendría que ser el mas precioso cuadro del mejor pintor que haya pisado la Tierra. Cuando volví de mi conmoción me dejé envenenar de su perfume. Adoro ese olor. El camino a la cena no fue lo mejor de la noche la verdad. Intercambiamos algunas palabras y apenas nos miramos a la cara. La cena estuvo mejor. Risas, chistes, bromas e incluso una pequeña guerra de guisantes. ¿Por que existen los guisantes? ¡A nadie le gustan! En resumen, una cena de despedida como Dios manda. En alguna ocasión Marta dijo alguna palabra, pero seguía tan callada y absorta en sus pensamientos como siempre. Puede que por ello no se diera cuenta de la cantidad de miradas que robaba de los demás. Nadie se acostó ese día sin quedarse ensimismado al mirarla. Llego la hora de irnos a las discotecas y a los garitos. Las copas que me tome en la cena parecía que me habían puesto más contento de la cuenta, no borracho, justo en ese punto que a todos nos gusta estar. A mi pelirroja acompañante se le notaba algo colorada también a causa de la bebida. Antes de entrar en el primer local, Marta me dijo que prefería irse a casa, no le gustaban ...
    ... este tipo de cosas. Yo tenia ganas de pasármelo bien, de beber con mis amigos y profesores y de intentar tener sexo con alguna chica esa noche, pero lo que no quería por nada del mundo era separarme de tan maravillosa y callada compañía. Acabe convenciéndola de que pasara un rato y de que, si no le gustaba el ambiente, la acompañaría a casa. Ella me miro con sus azules y penetrantes ojos y aceptó. Al final la cosa se animo, después de unas cuantas copas, Marta no parecía ella. Se relacionaba con los demás, hablaba sin parar e incluso sonreía. Nunca había podido ver esa fila de perlas perfectamente colocada, blanca como las nubes y brillantes que tiene por dientes. Si pudiera definirla de alguna manera, seria así: "La Sonrisa". Sobre las cuatro de la mañana me dijo que estaba cansada y que quería irse. Sin pensármelo, acepté a acompañarla. No me quería separar de ella por nada del mundo. Por el camino hablamos mas que nunca, parece que lo lleváramos haciendo toda la vida. Me contó que planes tenia para el futuro y otras cosas que no recuerdo bien y que no vienen al caso. Llegamos a la puerta de fuera de su casa y ella subió las escaleras que llevaban a la puerta principal. Por fin pude confirmar que llevaba, lo que debería ser, un finísimo tanga. También comprobé que su movimiento del culo al andar era el mas hipnótico que había visto hasta entonces. Antes de entrar se volvió hacia mi y me dijo que pasara a tomar la última. En unos segundos me dio tiempo a pensar en un montón de ...
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