1. La verga de Polo. Un relato de adolescente.


    Fecha: 13/09/2017, Categorías: Intercambios Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... recorría su camino hacia mi mano. No esperé a que llegara y lo cogí con una mano, mientras con la otra, buscaba la forma de abrir su pantalón y tener acceso a su verga desnuda. Polo empezó a besarme en la boca, cosa que no me agradó. Menuda sorpresa! La verga le había crecido! La extraje completamente y pude ver que era una verga portentosa! Morenita, larga, gruesa y con una cabezota como una ciruela! Y palpitaba! Ah! Como me calentaba que se hinchara en mis manos. Me hizo recordar como palpitaba dentro de mi culo mientras se venía y me entusiasmé!. Recordé que Laura me había pedido que no me detuviera, que fuera por todo para que después lo gozáramos en casa, así que sin pensarlo dos veces, me agaché y metí esa vergota en mi boca. Ah que sensación tan deliciosa! Apenas me cabía, la cabezota se sentía suavecita y lisa y reparaba con el contacto de mi lengua. Polo me acariciaba las nalgas, que ya estaban a su alcance. Sus dedos buscaban introducirse en mi culo. Empezó a bombear y en poco tiempo empezó a lanzar chorros de semen que me provocaron náusea, me dijo que lo tragara y así se me pasaría. Tragué todo lo que pude, pero tuve que ir al baño a escupir lo que no había podido tragar. Me abrazó y me recostó en su hombro diciéndome “mi muchachito, que rico eres. No sabes cómo te metiste en mi cabeza. No fuiste el único que me cogí, pero fuiste siempre mi preferido” Entonces me enteré que habíamos sido muchos los que fuimos seducidos y penetrados por él. Nos despedimos y me ...
    ... pidió que regresara pronto, que me estaría esperando y que por cuanto a Laura, ya pensaría que podríamos hacer. Laura se vino muchas veces y muy intensamente, cuando le conté que había mamado su verga, y que se había venido en mi boca. Cogíamos todas las noches! Y todas las veces me pedía que le repitiera cuanto me había gustado mamar esa vergota y cuando yo contestaba “un chingo”, se venía explosivamente y entonces me pedía que le prometiera que se la seguiría mamando. Me insistía en ir a verlo y me pedía que lo dejara que me la metiera! Si de jóvenes era dolorosa la penetración, imaginaba que sería lo mismo. Laura seguía porfiando y empezó a meterme dedos en el culo, para dilatarlo y ayudar a que aquel monstruo pudiera penetrarme. Incluso compramos un dildo de buen tamaño, para que me fuera dilatando. Iba a ver a Polo una vez por semana y además de mamarle la verga, le daba mi culo para que intentara penetrarme. Así, le di las nalgas de pié y empinado, de lado, a gatas y hasta le pedí que se acostara para que yo, montado, controlara la penetración. Es de reconocer que Polo fue paciente y cariñoso a lo largo de todo este período. Su deseo de meterme la verga era superior a su frustración de no poder hacerlo en las oportunidades que lo habíamos intentado. Una de las veces que lo visité, me dio un beso y me dijo que ya tenía la receta para que mi visita fuera más placentera. Un amigo suyo, que se quejaba de dolor cuando lo penetraba, igual que yo, había estado en California y ...
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