1. Quiero ser tu hombre


    Fecha: 22/01/2018, Categorías: Gays Autor: Escriba, Fuente: CuentoRelatos

    ... sus palabras y en el tono firme de las mismas en todo el día, hasta el punto de que aquella noche me masturbé furiosamente recordando una y otra vez su tono de voz y la mirada de adoración con la que observaba cada uno de mis movimientos durante nuestros encuentros a través de la cámara web. Nos encontramos unos días después en la habitación de un hotel que él se había encargado de reservar. Me esperaba vestido y sentado en la cama, y al verlo, más alto que yo, tan elegante como siempre, cuidadoso con cada palabra y con cada gesto, no pude sentirme nervioso. Y no porque fuese a tener por primera vez en mi vida sexo con un hombre, sino porque temía defraudarle y no ser los suficiente mujer para él. Cuando se levantó y se acercó a mí, se paró unos segundos a contemplarme. No lograba articular palabras, y yo temía que mi voz se quebrase, por lo que permanecí en silencio. Su mano avanzó hasta tocar mi rostro, y cuando su caricia descendió de mis mejillas hacia mi cuello, y desde mi cuello hacia mi espalda, sentí que algo dentro de mi se quebraba. Las certezas que me habían acompañado toda mi vida estallaban en mil pedazos con la misma violencia den espejo al que se golpeaba con mucha fuerza. Siendo un caballero como era, detuvo su mano cuando llegó a mi cintura y comenzó a retirarla, pero logré atraparla con presteza y reconducirla hacia mis nalgas. Nuestros cuerpos se acercaron y sus labios descendieron hasta la base de mi cuello, colocando un beso suave tras otro, hasta que ...
    ... el temblor de mi cuerpo y la ausencia de resistencia le hicieron atreverse a degustar mi cuerpo con la punta de su lengua. El sabor debió parecerle delicioso, porque rápidamente comenzó a recorrerme con ella, arruinando mi maquillaje, encendiendo todas las hogueras de mi ser, hasta que alcanzó mi boca y le permití penetrar en ella, descubriendo todos los goces que se encierran tras mis labios. No sé muy bien cómo acabamos tumbados en la cama. Sus manos, más expertas que las mías, habían levantado mi falta y hecho descender mi ropa interior. Con vergüenza, traté de tapar mi sexo, que destacaba violentamente debido a la excitación a la que estaba sometido, con su punta humedecida por las primeras gotas de mi esencia, que deseaban escapar y dar rienda suelta al placer. Sin embargo, me retiró las manos y contempló mi virilidad con satisfacción. Quería ser mi hombre, sí, pero sabía que yo no era su mujer. Le ayudé a desvestirse y me sorprendió comprobar que, pese a estar bien dotado, mi sexo era más voluminoso que el suyo. Al ver que los comparaba, atrapó mi virilidad y la pegó a la suya, y dejando escapar algo de saliva de entre sus labios, unció nuestros sexos y los acarició a un mismo ritmo. Tumbado en la cama como estaba, dejé que él se colocara sobre mi, recibiendo gustoso sus caricias. Mi mirada pasaba de mirar el movimiento de su mano a contemplar su rostro, sobre todo su sonrisa confiada, que me daba seguridad y satisfacción. Tras hacerle parar, pues temía soltar toda mi ...