1. Mi única vez en un sitio swinger


    Fecha: 15/09/2017, Categorías: Infidelidad Autor: TitaLaPutita, Fuente: SexoSinTabues

    ... mis piernas y se lo ofrecí a José quien sólo dio una lamida porque Eduardo, celoso, interrumpió en voz alta “¡Ya, basta! Allá adentro encontrarán con quien” y tomándome la mano evitó que José chupara otra vez mis dedos. Así, después de cerrar los lockers, tomados de la mano y casi jalándome hacia la puerta de la fiesta, entramos a una sala muy amplia donde todos estaban desnudos, abundaban los mayores de 40, incluso algunos sexagenarios, pero también vimos jóvenes de 20 a 30 años, en los cuartos. En la sala había gente platicando, departiendo alegría con su vaso de bebida en la mano y una música suave en bajo volumen. En cambio, en los cuartos, donde la música era más alegre y en tono más alto, casi todos estaban cogiendo; no precisamente todos contra todos, como yo había creído. Se trataba de parejas, pocos en trío. Algunos simplemente sentados viendo cómo cogía su pareja con otro y jalándose la verga, o ellas metiéndose el dedo, mientras que con la otra mano apuraban su licor o su vino. La constante era que una vez concluida la cópula regresaban con su pareja, la besaban y se abrazaban felices. Algunas pocas mujeres llevaban la boca llena de semen después de limpiarle la verga a quien se la había cogido y besaban al esposo (¿o amante?) quien disfrutaba el mismo sabor que su mujer; claro los hombres chupaban la vagina y compartían la mezcla a sus damas. Esto se nos hizo raro, pues entre las reglas estaba la de usar condón (era época en que el SIDA era alarmante), los ...
    ... condones abundaban en dispensadores que estaban en las esquinas, pero al parecer en estos casos se trataba de amistades que tenían mucho tiempo de conocerse y compartirse. La temperatura era agradable, los sillones de la sala eran de piel y el piso y gradas (en los cuartos) estaban alfombrados. Uno de los cuartos, el más grande de todos, tenía una alberca pequeña y allí las gradas y los pisos eran de plástico imitación césped del green, como en el golf. Hicimos un lento recorrido mirando embobados cómo cambiaban de parejas y de inmediato se ponían el condón y comenzaban a hacer el amor. Generalmente era un intercambio, pero también estaban los que se quedaban mirando gozosos cómo le daban satisfacción a su pareja. En estos casos era común que el mirón era mucho mayor que su mujer y quien le daba gusto era de una edad similar a la de ella; la pareja de éste último, a veces también miraba o acariciaba al viejo mientras él miraba extasiado. Eduardo y yo caminábamos por delante y Elvira y José tras de nosotros. A veces nos teníamos que detener, o hacer para atrás para dejar pasar a alguien y sentía el pito rígido y húmedo de José en mis nalgas, lo cual, para ser franca, no me disgustaba, pero tampoco hacía yo algo por quedarme pegada a éste; cosa que sí veía de reojo que ocurría con los erguidos pezones de Elvira sobre la espalda de Eduardo. Yo estoy segura que ellos dos tuvieron, y todavía tienen, sus dares y tomares, pero no me consta… Nos quedamos en el cuarto de la alberca y tomamos ...
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