1. Mi única vez en un sitio swinger


    Fecha: 15/09/2017, Categorías: Infidelidad Autor: TitaLaPutita, Fuente: SexoSinTabues

    ... un trago. Los meseros eran los únicos que estaban vestidos; eran fornidos como guardaespaldas y seguramente intervenían si había una desavenencia. Otra cosa que notamos, es que sí había sanitarios para hombres y mujeres, pero otros sólo decían “Sanitarios” y eran comunes, como el del camerino. Nos sentamos en una banca que era una de grada de cemento cubierta con la alfombra de plástico, Elvira y yo al centro, acompañadas por nuestra respectiva pareja. Mirábamos una escena de lujuriosa fornicación entre dos muchachos bien formados y guapos, muchos estaban atentos a ellos. A Eduardo se le notaba que la chica le gustaba, pues no perdía detalle; me tomó de la cintura con una mano y con la otra me magreaba las chiches. Terminaron agotados los jóvenes, uno sobre la otra, yertos y transpirando abundantemente. Sus respectivas parejas no gozaron tanto su propio coito, pero al concluir aventaron a la alberca a los primeros, entre risas y carcajadas de todos los presentes, quienes continuaron abrazándose en el agua, más para sostenerse y descansar que para seguir amándose. “Esa chica ya no aguanta otro palo”, dijo Eduardo. “Por una cogida como esa habrá valido la noche”, contestó Elvira sugerente, mirando a Eduardo. “Pues dile al chico, quizá al rato se reponga”, le contesté yo. “Sí, nosotros no lo haremos con otros”, confirmó Eduardo. “Lástima” exclamó José mirándome a las tetas. —¿Qué tal si tú y yo intentamos hacer algo mejor? —me preguntó un verdadero adonis mostrándome un condón ...
    ... nuevo en su mano, ¡el miembro más grande que yo había visto antes!, pero con unas bolitas normales, aunque pequeñas para el resto de su herramienta. Volví a escuchar la voz de José diciendo “Lástima” en mi mente, ¿o lo volvió a decir? —Por ahorita no, gracias. —le dijo Eduardo sonriente y el muchacho, contestó a la negativa con una sonrisa y una ligera caravana, Yéndose a abrazar a una joven hermosa, además güera, nalgona y chichona (mi profecía se hubiera cumplido) quien sólo volteó a vernos un segundo y alzó los hombros cuando él seguramente le contó de la negativa. Ella lo abrazó, le dio un beso e hizo un ademán con el brazo cubriendo con su recorrido toda la alberca, como diciendo “Hay muchas”. —“Lástima”, en el intercambio salías ganando… —le dije divertida a Eduardo quién se empalmó al ver esas nalgas. —¡Le hubieras dicho que sí, si tú querías! —me contestó enojado. —¡Pues no me dejaste hablar! —contesté irritada. —Basta, basta… —nos reconvino Elvira— Yo sí hubiera querido, pero si desde antes convinieron ustedes en que no, ahora se aguantan sin enojarse. Elvira y José se levantaron y se fueron a buscar alguna pareja similar a ellos, y la encontraron. Se fueron con ellos a la sala donde platicaron alegres, abrazando y toqueteándose unos a los otros. Después los encontramos divirtiéndose en un cuarto que más bien parecía un gimnasio pues había aparatos de todo tipo. A Elvira, con las piernas abiertas sobre cuatro argollas acojinadas y unas tiras elásticas, la columpiaba ...
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