1. El desahogo


    Fecha: 03/02/2018, Categorías: Confesiones Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    El desahogo Escrito por: Arandi Estaba junto a un amigo tomando un café en una terraza de la cafetería que habitualmente frecuentábamos. Habíamos concluido el desarrollo de un proyecto de la empresa, el cual había consumido varios meses y horas más horas de entrega total en la oficina, así que ese era un momento muy agradable. De repente nuestra plática se interrumpió por una mujer de alrededor de cuarenta años y de muy buen ver que desde la acera se dirigió a mi amigo para hacerle una pregunta. Parecía que lo conocía, pues se dirigió a él con mucha confianza e interés sobre la resolución de un asunto, a lo que mi colega respondió que por el momento no había posibilidad. La mujer, un tanto deprimida tras la respuesta, se despidió cortésmente de nosotros dos disculpándose por interrumpir nuestra conversación. Antes de irse recalcó la importancia de su solicitud. La vi irse moviendo unas curvas que irradiaban una vibrante sensualidad (lejana al concepto de belleza que hoy por hoy norma: chicas de complexiones ultra delgadas y casi pre-adolescentes). Le pregunté a mi amigo sobre el asunto que aquella mujer tanto interesaba y él me dijo que era una vecina suya quien había perdido su trabajo por lo que llevaba un tiempo desempleada. La señora, pues era una mujer divorciada, le solicitaba alguna oportunidad laboral en la empresa. Ya llevaba tiempo insistiéndole pero mi colega no parecía interesado en contratarla. Sentí un poco de pena por aquella mujer, más al enterarme de que ...
    ... de ella dependían dos hijos adolescentes. Pero, a decir verdad, otra cosa más fuerte fue lo que me animó a pedirle su número telefónico a mi amigo, con el objetivo de ofrecerle un trabajo. Días más tarde le llamé recordándole el momento en que nos conocimos, y ofreciéndole una posible oportunidad. Ella se mostró entusiasta tras mi propuesta y yo le pedí cautela, pues primero me interesaba informarle detalles importantes sobre las características del trabajo y que sólo si ella los aceptaba la contrataría. Le pedí vernos en la oficina al día siguiente para explicarle con el más fino detalle en qué consistía el trabajo, y así tuviera bases para decidir si en verdad le interesaba. Por supuesto ella asintió y quedó programado el encuentro. A la mañana siguiente, y muy puntual, llegó. La recibí en mi oficina y charlamos.Ana Paula, como me dijo que se llamaba, era la madre de dos jóvenes que estudiaban el bachillerato y, como me había dicho mi amigo, era divorciada. Mientras ella entraba en confianza y me platicaba de su vida privada, yo no podía dejar de pensar cómo aquel pedazo de hembra había podido ser dejada por hombre alguno. Es cierto que no era una jovencita, pero sus turgentes carnes eran algo digno de llamar la atención al verla caminar por la calle. Todo estaba en su lugar y en la mejor proporción. Esa sí que era una hembra bien desarrollada. Dejé que Ana Paula se desahogara de su situación que, de seguro, la atormentaba compartiéndola conmigo. Ella necesitaba un ingreso ...
«1234...»