1. Amalia y el mulato


    Fecha: 05/02/2018, Categorías: Infidelidad Autor: murgis, Fuente: CuentoRelatos

    ... embestidas moviendo las caderas al ritmo que marcaba el mulato. Gemía, gritaba, lloraba, resoplaba, se acariciaba los pechos y no paraba de decir. Dios mío Siii, siii. Sigue por lo que más quieras en el mundo sigue follándome no pares. La siento dentro de mí la siento toda dentro de mi. De repente abrió los ojos. Se agarró con las manos a la mesa y dando un grito estalló dentro de ella otra corrida formidable. Su cuerpo se arqueaba, empezó a temblar desde los pies hasta la cabeza y entre gritos llanto y gemidos decía, Dios me estoy corriendo. Me estoy corriendo y no para no para. Mientras tanto el mulato seguía follándosela sin disminuir el ritmo de mete y saca ni la fuerza de las embestidas, el Mi mujer estaba teniendo el orgasmo mas largo y salvaje de toda su vida. Creo que nadie había logrado llevarla hasta donde el mulato la estaba llevando. Estuvo corriéndose sin parar como dos minutos y en cada embestida se oía un chapoteo producto de los flujos que salían a borbotones de dentro de mi mujer. El mulato estuvo follándosela sin cambiar de postura durante 45 minutos durante los cuales llegué a perder la cuenta de las veces que llegó a correrse mi mujer. Estaba como loca. A cada orgasmo que tenía le suplicaba al mulato. Dame otro por favor dame otro. Necesito otro mas. Sigue follándome. Por favor no pares. Pasados esos 45 minutos el mulato muy lentamente la fue sacando la polla de dentro de mi mujer y cuando la tuvo toda fuera le bajó las piernas de los respaldos de las ...
    ... sillas y la agarró otra vez por los pezones y tirando de ellos la obligó a ponerse de pie. Sin soltarlos se sentó y volviendo a tirar de ellos colocó a mi mujer con las piernas abiertas con su coño encima de su polla. Entonces le dijo. Siéntate y cávatela. Ella flexionando las piernas empezó a meterse por el coño los 30 cm que tenía entre las piernas. Empezó metiéndosela muy despacio y subiendo y bajando se la fue metiendo hasta que lo único que se veía eran los huevos del mulato. En ese momento la volvió a agarrar por los pezones y tirando de ellos de arriba abajo le marcaba el ritmo de bombeo diciéndole. Cabalga perra cabalga. Así, así. Métetela entera. Hasta los huevos. Mi mujer gemía, lloraba de placer, se retorcía para sentir la polla dentro. No respiraba. Eran bocanadas de aire las que entraban y salían de sus pulmones y a cada corrida que tenía echaba la cabeza hacía atrás y no paraba de decir. Dios mío otro más. Tengo otro más. El mulato cada vez que veía que mi mujer tenía otra corrida la agarraba de los pezones y le decía. Eso es perra córrete, córrete. Mi mujer estuvo clavando esa polla durante media hora más o menos hasta que el mulato le dijo. Levántate y ponte de rodillas. Ella se puso de rodillas y al hacerlo la polla del mulato le quedó a un palmo de su cara. Él le dijo. Ahora quiero ver si sabes chupar una polla. Vas a chupármela hasta que me corra. Cuando me esté corriendo dentro de tu boca seguirás chupando y te tragaras toda mi leche hasta la última gota. ...