1. Le dí mis conocimientos y mi leche


    Fecha: 08/02/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... almeja y empujé un poco. La cabeza rosada de mi picha se perdió dentro de la gruta de la niña, abrazada por sus rizos castaños. No noté su virginidad, posiblemente perdida por las embestidas de algún gañán del pueblo. Dejé que mi rabo, húmedo ya por mis jugos y los suyos, se clavase hasta el fondo. Cuando mis huevos rozaron su pelambrera paré, dejando que mi aparato creciese un poco más. Metí y saqué suavemente mi humanidad disfrutando cada segundo y cada centímetro de su carne. Abandoné su cueva para volver a meter toda mi picha en sus entrañas. No sé cuanto tiempo duró aquello, pero tan pronto noté las palpitaciones de mi miembro y la carga eléctrica que me subía por la columna, apreté mi cintura hacia abajo y se la clavé hasta el fondo. Los primeros cañonazos de leche le debieron entrar hasta el útero. Creo que fueron cuatro o cinco las embestidas de leche que le dí, pues cuando saqué mi flácido miembro de su coño, un río de lefa salió de su orificio cayéndole por entre sus piernas. Tomé la cámara de fotos que traía en mi maletín y gasté dos carretes. Le tomé primeros planos del coño chorreando leche, de sus pezones oscuros y de sus labios carnosos. Cuando terminé fui al baño y le limpié la almeja para evitar que se diese cuenta. Le puse las bragas en su sitio, el camisón y la metí en la cama, no sin antes besarle por última vez su coño recién regado, sus pezones aún erectos y sus labios de miel. ...
    ... Le arranque algunos pelos del coño que guardé con esmero en mi cartera y me dispuse a despertarla. Tras acercar un frasco de aroma a su nariz la chica comenzó a moverse. Poco a poco fue recuperando la consciencia. Cuando despertó totalmente le ofrecí un vaso de agua fresca que agradeció. Al rato llegó su madre. La chica ya estaba levantada. Le indiqué la forma de administrarle la medicina. Cuando me dispuse a marcharme la madre me ofreció algo de dinero, que por cierto rechacé. Lo más honrado hubiese sido que yo le pagase a ella, pues todos los días uno no puede follarse y llenarle el coño de leche a una chiquilla de quince años tan bonita. Bajé al pueblo con los huevos vacíos, después de dejarle entre las medicinas de la niña una "pastilla del día siguiente" que mezclé entre los analgésicos. No quise hacerle una putada a la chiquila después de joderla a placer. Ni que decir tiene que por la tarde me tuve que follar a mi novia varias veces, tal era el calentor que aún perduraba en mi cuerpo. Al finalizar mis vacaciones me marché del pueblo tras despedirme de la madre y de María. La última escena que siempre recordaré fue cuando tuve juntas a mi novia y a la chica. Miré con disimulo ambos coños, y me calenté sabiendo que ambos habían tenido dentro durante las vacaciones a mi rabo y su zumo. Tal fue mi calentura, que al salir del pueblo con el coche tuve que parar a llenarle el vientre a mi chica. FRAN 
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