1. Diario de un putito (3)


    Fecha: 12/02/2018, Categorías: Gays Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Pero bueno, no había vuelta atrás y, por otra parte, yo tenía tanto miedo como ganas de ser penetrado, poseído por ese señor que se había apoderado de mi voluntad, que me estaba haciendo suyo… Pasaron apenas unos minutos cuando gracias a mi boca y a mis manos la verga del señor Roque comenzó a ponerse dura otra vez, mientras él me acariciaba la cabeza, me metía los dedos en la boca y me decía cosas obscenas que me calentaban… Lo vi sacar del cajón de una de las mesitas de noche un pote que resultó ser de vaselina, con la cual se untó la verga y después me dijo: -Bueno, Jorgito, a ver, ponete en cuatro patas que te voy dar por ese lindo culo de nena que tenés… -Ay, señor Roque, tengo… tengo miedo… -Con miedo y todo te la vas a tragar, putito… -Sí, sí… -confirmé dispuesto a todo… El señor Roque estaba tendido de espaldas y su verga apuntaba al techo… Yo la miraba como hipnotizado, con el deseo y el miedo estremeciéndome de pies a cabeza… De pronto me dijo: -Sentate, Jorge, ponete cómodo…-y emitió una risita irónica… Entendí perfectamente la invitación: se trataba de sentarme sobre su verga… Entonces, decidido a vencer mis últimas reservas, apoyé ambas rodillas en los costados de su cuerpo mirándolo a la cara, y fui dirigiendo mis nalgas entreabiertas lentamente hacia su verga tentadoramente erecta… -Bien, Jorgito… Muy bien, así… -me alentó él, que guiaba mi descenso aferrándome por las caderas… Por fin sentí en mi orificio anal el contacto del glande y me senté sin vacilar, de ...
    ... golpe… La verga entró velozmente y de un solo envíón hasta el fondo de mi culo y por eso ese conocido dolor inicial duró apenas una fracción de sgundo… ¡Y enseguida el placer!… No hay, para mí placer comparable al de sentir una verga en mi culo o en mi boca… El señor Roque y yo comenzamos a mover rítmicamente nuestra caderas mientras él jadeaba roncamente y me aferraba con fuerza por la cintura y yo sentía ese delicioso ir y venir de su verga durísima horadando mi estrecho senderito y sus huevos golpeteando en mis nalgas… No sé cuánto tiempo pasó hasta que en medio de un rugido casi animal que brotó de su boca me echó varios chorros de semen en lo más profundo de mi culito… Con la verga aún dentro me derumbé de espaldas sobre él, que respiraba con fuerza por la boca… -¿Te gustó, putita?... Protesté un poco por ese tratamiento que me feminizaba, pero él insistió en medio de besos en el cuello y en los hombros: -Vos sos mi nena putita, Jorgito… No te resistas… -Es que… -murmuré aunque sin demasiada convicción… -Es que nada, Jorgito… ¿O querés quedarte sin verga?... -¡Ay, no!... -Bueno, entonces ¿sos mi nena putita?... -Bueno, está… está bien, señor Roque… -acepté ante la aterradora posibilidad con la que me había amenazado… -Decilo… -Soy su… soy su nena putita… -Muy bien, Jorgito, me gusta que seas una nena obediente… Putita y obediente, ¡una nena ideal!... Ahora correte que voy a dormitar un rato… -Sí, señor Roque… -dije sumisamente y me deslicé de costado para quedar tendido ...
«12»