1. El despertar de mis escondidas intenciones (Parte 2)


    Fecha: 14/02/2018, Categorías: No Consentido Autor: ogarcia, Fuente: CuentoRelatos

    ... que le pasa esto; va a estar bien, solo dale tiempo. —Sé que tienes razón, pero no deja de preocuparme; más aún que tengo que dejarla sola. ¡Cierto! Tenía que ir y hacer la presentación de su proyecto y, por lo menos, esto le tomaría la mitad del día. —Por favor no te separes de ella, nos necesita ahora y no podemos darle la espalda. —Pero que puedo hacer yo mujer, no sabría cómo hacer para distraerla. —Solo serán unas horas, llévala a comer; o tal vez ni siquiera salga de su habitación y se ponga a hibernar como un oso. Así que, sin argumentos válidos, vi como tomaba el auto y emprendía el camino a su trabajo. Entré a casa y traté de continuar con mi desayuno, cosa rara pero el apetito voraz de la mañana dejo su lugar a la inapetencia. Comencé a ordenar la mesa de la cocina cuando escuché que mi cuñada salía de su habitación y se dirigió a la sala. —¿Puedes venir por favor?, necesito hablar contigo. Me dijo sin la dulzura de la mañana y con un dejo de enojo que marcaba su voz. —Ahora voy, permíteme terminar con esto. Traté de serenarme y tomar fuerza para el enfrentamiento que sabía que venía, iba sin excusas y a aceptar las consecuencias. —Sé que pasó algo anoche, lo sé porque me conozco; pero no puedo asegurar algo. —Si te refieres a la forma en como tomaron o de que tuve que limpiar sus desperfectos no te apures, ya he pasado por esto… —¿También has pasado por aprovecharte de mujeres inconscientes? Sentí como un balde de agua caía por mi cuerpo, efectivamente sabía lo ...
    ... que había hecho. Solo callé. —¡Dime que hiciste conmigo!, ¿de qué forma te aprovechaste? Silencio. —¡Ten el valor de aceptarlo!, ¡eres un maldito violador! —Cuando mi hermana se entere te va a abandonar, ¡como a un perro! —¡También voy a denunciarte y hacer que pases mucho tiempo en la cárcel! Por mi cabeza paso una vida sin mi esposa, preso no solo físicamente sino también de remordimiento por un momento de calentura. —¡Perdóname!, le dije tomándola por los hombros. —¡No sé qué fue lo que me pasó!, pero no volverá a suceder. —¡Suéltame maldito!, dijo esto apartándose de mí y propinándome una cachetada en el rostro. —¡Eres un maldito violador!, voy a contarle a todo el mundo lo que hiciste; ¡que sepan la clase de hombre que eres! —Plaf! Plaf! —¡Maldito! —Plaf! Plaf! Otro par de golpes más que hicieron que el miedo pasara a enojo, tomé sus brazos para evitar siguiera golpeando y la empuje al sillón. —¡Deja que te explique!, le dije, ¡en ningún momento hubo penetración! —¿Y eso me debe hacer sentir bien?, ¡eso no te quita que sigas siendo un pervertido! El estado de ansiedad hizo dar al traste con el poco sentido común que aun tenia, volví a tomar sus brazos zarandeando su cuerpo para tratar de calmarla. —¡Mírame!, ¡dije que no va a volver a pasar y así será! —¡Suéltame maldito!, ¡sí que pasó y por esto te voy a denunciar! —¡Suéltame! Un certero puntapié en mi entrepierna le permitió que la soltara. Dolor, pero sobre todo enojo; sentirme vapuleado hizo desbordar mis sentidos, ya ...