1. Mi segundo encuentro: Ella-él.


    Fecha: 17/09/2017, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... vacíos olvidaron nuestros cuerpos ya desnudos, no callaran los vientres esas voces mudas, y alcanzamos un fin en un silencio: el de nuestro mirar. Aquellas palabras, entraron a partes desconocidas en mí. Removieron sustancias dormidas, que por mi edad no despertaban aún; supe entonces, lo que era el amor y no la vaga pasión que solo exige el dominio de la carne. Mi cuerpo empezó a temblar de un modo caliente, hasta mis mejillas se encendieron en el rubor mismo del placer. Sus palabras me habían excitado hasta el mismo interior. Besaba las blancas hojas con sus letras, mientras mi otra mano, la que no sujetaba la carta, se encontraba explorando mi ardiente sexo. No pude más, algo en mí me obligaba a encontrar una respuesta segura a la calma requerida, de modo que me dirigí al cuarto de mi tía. Permanecí unos momentos ante la puerta una vez que la abriera sin solicitar su permiso para adentrarme en su estancia. Mi mano izquierda la tenía en la boca, y la derecha se encargaba de frotar un miembro realista provisto de un arnés, pues deseaba y maquinaba mi mente solo hacer el amor a la mujer que dormía plácidamente. Entonces me dirigí a ella, y la miré recostada sobre las blancas sabanas. Desnuda, llena de belleza. Su silencio me invitaba a yacer con ella, toda su soledad era el alimento que mi placer pedía a gritos. Observé su rostro, bello, maduro, sumamente sensual; y su boca, entregada a una quietud que me robaba los anhelos; todo esto me dio la valentía de yacer con ella. Me ...
    ... subí a la cama, y para cuando ella sintió mi presencia, liberó un débil gemido, pues la había penetrado de frente, llevando hasta el fondo aquel miembro, que la sensación me hacía creer era todo mío. Sin abrir los ojos, sujetó con fuerza los pliegues de las sabanas, y mordía parte de su almohada, y yo, notando que aquello era de su agrado, movía mi vientre con tal furia y ardor, que la penetré tantas veces y en tantas formas, que ambas terminamos expulsando nuestros húmedos jugos. Pero fue al día siguiente, cuando sentí la necesidad de ir a donde Lorena, pues la extrañaba. A mi ardiente memoria venían sin cesar las escenas donde hacía el amor con mi tía, y me gustaba pensar fantasiosamente, que yo tomaba su papel, y Lorena el mío, mientras sentía su sexo duro y erecto dentro de mí. Me puse guapa para ir a verla, llevaba un simple abrigo, pero que dentro ocultaba un corsé de cuero, y calzaba mis botas largas. Llegué algo nerviosa, pero decidida toqué a su puerta. Ella abrió casi al instante, y sonrió al verme. Me besó como se besa a una amiga, y observó mis ojos aguados por las lágrimas. Me tomó de la mano y me llevó a su sala, donde platicamos largamente sobre diversos asuntos. Entonces, me besó en la boca, y dijo que debía tomar una ducha. La vi levantarse del sofá junto a mí; bella, alta, siempre provocando con su porte magnifico. Observé su cuello delgado y desprotegido por su cabello holgado, y su torso cubierto apenas por un top que le hacía denotar espléndidamente sus ...