1. Nuestra soledad nos traiciona (1ª parte)


    Fecha: 06/03/2018, Categorías: Incesto Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos

    ... como mujer y descubrí algo fascinante. Con 1.72 m de altura, cabello castaño oscuro a los hombros, piel blanca, ojos café claros, ni delgada ni llenita, con senos bastante normales y una cadera bien acentuada, tiene las piernas más hermosas que jamás he visto. Lo soberbio era verla cuando se ponía ropa ajustada en casa, sus nalgas se veían muy atractivas, compitiendo con su cadera bien dibujada y sus muslos atléticos. Mientras pensaba este montón de tonterías, salió de ducharse vestida con su pijama holgada, fue entonces cuando se acercó a mí. ― Ves, que pena me da. Dicho esto comenzó a llorar de pie. Me incorpore, la abracé y desato su llanto abrazándome fuertemente. La besaba en la mejilla mientras ella lloraba. ― Gracias por contarme, ahora te entiendo y puedo cuidarte mejor. Verás que buscaremos como controlarte y te sentirás mejor. ― Ya me siento mejor. Decía aferrada al abrazo. ― Conmigo no tengas pena, somos hermanos y lo que te pasa me preocupa. Las cosas cambiaron y su estado de ánimo se normalizó haciendo más fuerte nuestra relación íntima, lo que permitía sincerarnos respecto a temas que antes eran tabú para nosotros. Finalmente dimos con el problema, era hipersensibilidad, un problema poco frecuente y menos aún documentado por lo incómodo que resulta a las mujeres que lo padecen explicarlo. Aplicamos las recomendaciones que brindaba la página web e incluso empezó un tratamiento con una especialista mujer. Cierto día le pregunte porque su bello en aquella zona era ...
    ... tan abundante, explicando que lo había notado cuando sentí su humedad. Sin mucho pensarlo me explicó que había pensado recortarlo, pero sin necesidad aparente y por temor a cortarse lo había pospuesto hasta la fecha. ― Me lo he emparejado y recortado un poco, pero no totalmente y menos rasurado. Y tú, ¿te recortas el vello púbico? ― Igual, lo recorto un poco pero no le doy forma, le tengo pánico al uso de una rasuradora en esa zona, además me resulta una postura difícil para hacérmelo yo mismo, y a falta de novia, pues mejor así me quedo. ― ¿Dejarías que tu novia lo recortara? ― No sé, tal vez si tuviéramos la suficiente intimidad. ― Estamos iguales, aunque nunca he pensado en que alguien más me lo haga. ― Mientras tratábamos el tema, recordaba la sensación de su bello e imaginaba como se vería aquel pelambre que asumía era negro azabache, contrastando con su blanca piel. ― Al día siguiente retomamos el tema y nos prometimos recortarnos el bello un poco cada quien por su lado. Antes de ducharme apenas lo recorte dándole cierta forma. Al llegar su turno, salió del baño y me dijo que le daba algo de miedo y que apenas lo había recortado. Le comente que estaba en la misma situación, no teníamos remedio, seguiríamos con el bello rebelde. ― Después de cenar, Sandra me sorprendió con una propuesta que me resultaba tan excitante como controversial. ― Lo he pensado y creo que hay otra solución para recortar el bello. - Comentó Sandra mientras servía la cena. ― Ir con alguien más, no ...
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