1. Nuestra soledad nos traiciona (1ª parte)


    Fecha: 06/03/2018, Categorías: Incesto Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos

    ... gracias. Conteste casi automáticamente. ― No, si confías en mi pericia con la rasuradora, yo te lo recortó. ― No dudo de tu pericia pero me apena un poco, es algo muy íntimo. ― Lo sé, lo mismo me pareció a mí. Cenamos y nos postramos en el sofá, buscaba un programa mientras ella parecía pensativa. ― Me da pena insistir pero quiero recortarte. ― ¿No te da pena? ― Un poco, sé que es íntimo pero soy tu única alternativa. ― Lo sé pero eres mi hermana y eso de que veas mi zona privada mientras recortas el bello, es algo incómodo y antinatural, tal vez si fueras otra mujer accedería. ― Y si fingimos que soy tu novia y que solo te cuido un poco para mi servicio. ― Déjame pensarlo, pero no creo somos hermanos no novios. La verdad me excitaba la idea de pensar que Sandra me recortara mi bello, rasurara la zona y manipulara el pene, pero yo deseaba hacerle exactamente lo mismo. Por otro lado, pensaba que estaba mal, que empezaríamos un camino peligroso más allá de lo moral, un camino tachado como tabú. ― ¿Y qué decides? Insistió Sandra apenas unos minutos después. ― Me gustaría si no fuera porque somos hermanos, de la misma sangre. ― Lo sé, pero nadie lo sabría solo nosotros dos. ― Sandra… ― Luis… ― Esta bien, te dejaré recortarlo pero… ― Verás que no te lastimo nada, seré muy cuidadosa. Corrió hacia la habitación y regresó con los utensilios y mi crema e afeitar. Apenas vi el rastrillo y empecé a dudar. ― Tan pronto, mejor que sea otro día. ― ¿Por qué?, ya estoy lista. ― Me sigue ...
    ... dando pena, sorry. ― Tienes razón, no es justo. ― No es por justicia, es solo bochornoso. ― Esta bien, piensa que soy tu novia en este momento y que tú también me harás lo mismo cuando termine. ― ¿Quieres que te rasure? ― ¿Tengo otro remedio? Tú me dejas y yo te dejo, pero solo piensa que somos novios ¿OK? ― ¿Estas segura? ― Es lo correcto, así ambos superamos la pena y resolvemos el problema salomónicamente. Ahora colócate en el sillón recostado, solo déjame poner una toalla abajo. Obedecí y me acomode sobre el colchón mientras Sandra revisaba que todo lo que iba a ocupar estuviera reunido. ― Listo amor, ahora bájate el pans. Me dijo segura, como si fuera a operarme. ― ¿Me ayudas? Sandra dejo las tijeras sobre el sillón y de rodillas, me jaló el pans y el bóxer de una sola vez. Irremediablemente surgió aquel tupido panorama acompañado de una penosa gran erección. Sandra rápido se sobrepuso a la inesperada erección y comenzó a recortar con las tijeras el bello sobresaliente. Se tomó su tiempo para cortar y remover el bello cortado sin tocar el pene, hasta que pareció dudar sobre si debía recortar el bello del pene. ― Creo que debes sujetarlo para… Sin dejarme terminar, sujetó el pene con la mano izquierda y cortó los pequeños bellos sujetos al falo. Después aplicó la espuma sobre las orillas de la zona, donde se presentaba un bello apenas visible y comenzó a rasurar. Después repitió la operación en el pene y continuó. Al llegar a mis testículos, me moví y me dio algo de temor ...
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