1. Mi particular noche de bodas


    Fecha: 09/03/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... una loca del sexo más atolondrado, atrevido e irracional, pero esta es otra historia, que será contada en otra ocasión... Así, entre la boda de Beatriz y el abandono del celibato, estaba otra vez feliz y exhultante de vitalidad. La noche de la despedida de soltera, lejos de calmar mis instintos latentes, los habían acentúado. Así que hablando con Beatriz, tres o cuatro días antes de la boda, me sinceré, y le dije que estaría encantada de conocer algún buen chico con el que salir, sentirme acompañada, y establecer una relación. En todo caso, la experiencia puramente sexual de la despedida había sido estupenda, pero tampoco quería volver a ser la misma Ana de antaño, aquella que cada mañana no sabía lo que había hecho la noche anterior ni con quien. Beatriz me dijo que quizás encontrase en la boda a alguien que me pudiera interesar. Me quedé con la sensación de que había pensado en alguien en concreto, pero no me quiso decir más. El día de la boda de Beatriz quería estar expléndida, por mi amiga y por lo que pudiera pasar. Me había comprado un par de vestidos, pero finalmente opté por un equipo de blusa, falda y chal color turquesa con grandes flores estampadas que me había costado una fortuna en una boutique de Serrano. Era muy veraniego, en consonancia con el calor reinante. La blusa era muy vaporosa y holgada, con unos volantes que le daban un aire andaluz, veladamente transparente, de las que no enseñan pero permiten intuir, y muy escotada. Dejaba mis pechos bastante ...
    ... libres, por lo que había de prescindir del sujetador. No importaba, pues mi pecho no es excesivo y aún se mantiene erguido, además de tener una forma redondeada muy bonita, con unos pezones pequeños, pero enhiestos, que se marcaban ligeramente a través de la tela. La falda a juego, también con volantes me cubría hasta la rodilla, pero con una apertura lateral que me permitía mostrar la pierna izquierda casi hasta la cadera, que gracias a los UVA estaba muy bronceadita, como todo mi cuerpo. Los zapatos consistían en unas sandalias del color del vestido, muy abiertas y con un gran tacón. En la peluquería me recogieron mi larga melena rubia en un moño tocado con una flor turquesa que me daba una imagen al estilo de las guapas sevillanas en feria. Me hice depilar el púbis, dejando los pelitos muy recortados (por lo que pueda pasar, me dije). En resumen, y aunque esté mal que yo lo diga, estaba rompedora, sexy, sensual y elegante al tiempo. Me eché por encima el chal para quedar un poco más vestida y salí de casa, feliz, sonriente y con la moral por las nubes. Había quedado con Eva para ir juntas en el coche de un primo suyo, que me fue devorando con los ojos desde que aparecí (ya sabéis que las mujeres nos damos en enseguida cuenta de esas cosas). Yo me mostré coqueta y encantadora, aunque sin pasarme, ni provocar espectativas. No era el tipo de hombre en el que yo solía fijarme, demasiado joven y demasiado descarado. Llegamos a la Iglesia media hora antes de la hora de la boda, y como ...
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