1. A por ella (III)


    Fecha: 19/09/2017, Categorías: BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... atrevimiento. Abrí la puerta, allí estaba tan atractiva y apetitosa como siempre. Había escogido un conjunto que le favorecía mucho las curvas que tenía, y marcándole muy bien esos alucinantes pechos. La hice pasar y la llevé al comedor. Me senté en el sofá mirándola de arriba a bajo, con una cara de asco. Para que no se acostumbrara a tenerme contento (que lo estaba), y a que no se relajara en la búsqueda de modelitos para los encuentros que teníamos, opté por humillarla quejándome del vestido que había traído. -Te creerás que vienes guapa, ¿no? -¿Que no te gusta cómo vengo? Lo he comprado especialmente para ti. -Quítate esos harapos asquerosos. Si no sabes vestirte para la ocasión irás sin ropa, zorra. Con una cara de lastima y muy angustiada se quitó la ropa lentamente esperando una contra orden. Me levanté y miré la ropa interior que traía puesta. Unas medias transparentes negras con ligero, tanga y un sujetador con blondas que me hacían levantar el miembro. La rodeé mirándomela con cara de descontento. -¿Y esto también lo has comprado para mi? Esto... -Sí. ¿Que no te gusta, tampoco? -me dijo casi con lagrimas en los ojos. Negando la pregunta cogí por detrás el ligero con las dos manos y lo rompí, después tire de él arrancándoselo del cuerpo. Cogí el sujetador y tiré fuertemente rompiéndo los cierres. Me sitúe delante de ella cogiéndolo y rompiendo los tirantes para arrancárselo también. Dirigí mis manos a su tanga y éste se lo arranqué de un fuerte y seco tirón. Con ...
    ... las medias, más difíciles de romper, opté por rasgárselas, quedando carreras y roturas por todos lados, pero no se las quité. Me daba mucho morbo verla desnuda con las medias puestas, hechas trizas. Le advertí que llegaba con antelación, le regañé y le obligué a sentarse sobre mis rodillas, enseñándome los glúteos del culo. Cogí el látigo que ya había preparado, y comencé a azotarla fuertemente sin compasión. Como una esclava veterana, aguantó todo el castigo sin quejarse por ninguno de los azotes. Con el culo rojizo por los azotes, se cayó al suelo de cuatro patas cuando me levanté sin avisar. Al intentarse levantar me senté encima de su espalda, impidiéndoselo. Le recriminé que si vestía como una perra, andaría como una perra. La dejé para recoger unas cuantas cosas de la habitación. Al entrar me encontré a Verónica sin vibrador. Se le había salido del coño, y estaba en el suelo. Cerré la puerta, lo cogí y lo apunté a su ojete. Movimientos espasmódicos y gemidos de dolor, siguieron a la penetración. El aparato comenzó a entrar difícilmente por el agujero trasero, que aun no tenía dilatado. El grosor del mismo y los movimientos, dificultaron que se lo metiera del todo, pero entrando más de la mitad me di por satisfecho. Lo conecté de nuevo y esta vez lo sujeté con la tira del tanga, para que no saliera. Regresando al comedor, observé que Cristina aún estaba a cuatro patas. Le tapé los ojos con un pañuelo y dándole un azote con el látigo, le ordené que fuera gateando por el ...
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