1. Niki, la chica de la lencería


    Fecha: 19/09/2017, Categorías: Erotismo y Amor Grandes Relatos, Autor: Tonyzena67, Fuente: CuentoRelatos

    ... esta relación, pero me sentiría mal si tu relación con tu mujer llegase a ser afectada por mi culpa. - ¿Qué hablas? Te he dicho en muchas ocasiones que nos soy casado. - Tony, temo que me mientas. Si algún día te vuelvo a ver, será solo para verificar lo que me dices. ¿Un hombre como tú que no esté casado? ¡Difícil de creer! - Niki, te propongo lo siguiente. Te voy a dar mi domicilio y ven a cualquier hora del día, solo que si te contesta una mujer la puerta, no temas, va a ser mi hermana quien en estos días está en mi casa. Y si te animas a visitarme, no te olvides traer tu traje de baño para refrescarnos en la piscina. Tuvimos otras pláticas más después de aquel día, las cuales siempre llevaban ese erotismo que con mucha confianza habíamos tomado, pero un día sábado menos pensado llegó Niki anunciándose con los guardias de seguridad que protegen la comunidad de casas en donde yo vivo. En minutos estaba tocando el timbre de la puerta y la recibí con un beso en los labios, que ella aceptó como tantos imaginarios que nos dimos por el teléfono. Me vi sorprendido y totalmente hechizado con la belleza de esta linda mujer. Llevaba puesto pantalones vaqueros de color blanco, zapatillas de vestir de buen tamaño que le hacían ver más largas sus lindas piernas alargadas. Una camiseta ajustada a su esbelto y plano torso de color verde olivo, que entonaba artísticamente con su detallado maquillaje y sus ojos esmeralda. Me dio esos cumplidos por los jardines y la decoración de mi casa, ...
    ... pero creo que Niki sentía esa necesidad de saber si estaba a solas en la casa. - ¿Se encuentra tu hermana… tu hijo? - Mi hermana ha salido y no sé si va a regresar el día de hoy, y mi hijo estudia en la ciudad de Boston. Estamos solamente tú y yo. –ella sonríe. Pasamos a la piscina y donde preparé unas pinas coladas y caminamos por todos los jardines hasta llegar a la quebrada que conduce a un río atrás de la casa. La invité a ver la casa de huéspedes que esta camino al río y donde nos quedamos descansando en su patio cubierto y de donde hay una vista espectacular. Hasta aquel momento, no tenía la seguridad si aquellas caricias imaginarias se transformarían a una realidad y pensando en esto estaba cuando ella me pregunta con esa voz sensual y clara de un léxico exquisito: - ¿No me vas a dar un beso? –y hacía contacto visual conmigo. - ¿Dónde lo quieres? –le pregunté. - En el cuello. –contestó. Siempre imaginé besarle ese lunar café que tiene en su alargado cuello, observar como su piel se erizaba al contacto de mi lengua, escuchar un gemido al hacerlo o dejar escapar un suspiro al viento. Así ocurrió y ella me besó apasionadamente y ella buscó mi cuello también mientras sus manos me tomaban de mis glúteos. Me miraba y la miraba y no podíamos quizá contemplar que aquello era una realidad, que podía oler el perfume de su piel, que su aliento llevaba ese olor al etílico de la piña colada, que podía escuchar su gemido muy cerca de mi oído, que podía sentir sus manos inquietas que ...
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