1. Ana, una ninfómana casada e insaciable


    Fecha: 22/03/2018, Categorías: Intercambios Autor: Alber, Fuente: CuentoRelatos

    Esta historia puede constituir una lección acerca de lo útil que puede resultar escribir relatos eróticos, si es que hay alguien que pueda considerar que no vale la pena hacerlo. Claro que no es un indicador de que lo que pasó aquí le vaya a suceder a todo el mundo (pues se trata de una coincidencia sorprendente), pero bueno, siempre queda la esperanza de que este tipo de narración nos pueda llevar a algo más de lo que esperábamos. En la empresa donde trabajo el cargo de gerente de informática quedó vacante el año pasado. El tipo que se encargaba del área fue despedido porque tenía problemas con la bebida. Para reemplazarlo contrataron a Ana, una preciosa ingeniera de unos 30 años. Cuando los hombres de la oficina la vimos por primera vez quedamos boquiabiertos. Aunque de cara no es extraordinariamente hermosa –cuidado, tampoco es fea, tiene su atractivo-, el resto de su anatomía es increíblemente apetecible. Bastante alta, delgada, muy blanca, con una silueta llena de cuervas, rematada por un par de piernas largas y espectaculares, Ana llamó la atención del público masculino desde su ingreso a la empresa. El culo era magnífico- cosa que a mí me vuelve loco- y sus tetas eran de buen tamaño, firmes y paradas. A su atractivo habría que agregar, además, un bonito cabello rubio con bucles como de angelito y unos bellísimos ojos azules. Su defecto era su falta de simpatía personal. Era poco comunicativa y algo seca y prepotente en el trato. Pero eso le añadía, por otra parte, un ...
    ... aura de misterio. A pesar de que era madre de dos niños pequeños y de estar casada con un médico joven, Ana me trasmitía la idea de que en la cama debía ser una puta de la peor clase. A veces llevaba unas falditas muy sugerentes que, sin ser vulgares, permitían apreciar sus bellas y bien torneadas piernas, las cuales provocaba acariciar y tocar sin ningún límite. A pesar de haber fantaseado algunas veces con ella y de haberle dedicado un par de pajas, yo no esperaba lograr nada con aquel monumento, pues me la imaginaba como una madre y esposa dedicada. Pero he aprendido que la vida da giros inesperados que uno debe aprovechar. Un día recibí una llamada de Ana, pidiéndome que fuera a su oficina. Estaba vestida muy elegante, con un taller azul celeste. La falda permitía, de nuevo, disfrutar de la vista de sus bellas extremidades inferiores, a las cuales dediqué una mirada que probablemente se prolongó más allá de lo debido y que ella notó. Me pidió que me sentara, cosa que procedí a hacer y le dije que era todo oídos, que me dijera lo que necesitaba. Sacando una carpeta con aire muy ejecutivo, me dijo: -Bueno Alberto, tenemos un pequeño problemita por aquí, el cual, sin embargo, podemos resolver fácilmente. Resulta que aquí en la compañía usamos unos programas para detectar las actividades que hacen los empleados a través de sus PC y he encontrado cosas inusuales en tu caso. Veo que accedes a páginas web de contenido sexual y que has escrito relatos en el que involucras incluso ...
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