1. Recuerdos de mi Sandra Maria


    Fecha: 22/03/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    No podría continuar viviendo si no plasmara este relato del mejor período de mi vida. Todo empezó con un encuentro casual en el mes de septiembre de 1.989 con un antiguo alumno con el cual habíamos compartido unas cuantas farras llegando a ser buenos amigos. El había partido para los Estados Unidos y había regresado después que su tío, donde se alojaba, lo encontró con su esposa en plena acción. Muy a las 11 de la mañana nos tomamos unas cervezas y quedamos de encontrarnos esa noche de Viernes donde una amiga de él. Allí la conocí. Era la mejor amiga de Angélica, la amiga de mi amigo. Tenía todo lo que un hombre puede desear de una mujer. Un rostro bellísimo en el que se destacaban unos ojos preciosos oscuros y profundos y una sonrisa blanca sin igual. Tenía un jean ajustado que resaltaba su figura perfecta, una camisa de cuadros de botones que, cada vez que se agachaba, permitía ver el nacimiento de los senos más bellos que pueda haber. Esa misma noche quedé absolutamente prendado de mi Sandra María. Muy a mi pesar, no fui correspondido y, al contrario, sentí más bien indiferencia. A ella le gustaba, sin duda, mi amigo Ricardo y aunque él estaba ennoviado con Angélica (la amiga), unas semanas más tarde resultó con Sandra. Recuerdo bien una noche que lo invité a mi apartamento con Angélica y le dije que, de paso, se trajera a Sandrita. Mi sorpresa, nada agradable, fue que llegó con Sandra pero muy de la mano. Departimos esa noche jovialmente como siempre pese a mi profunda ...
    ... envidia de ver a mi sueño dorado con él. Ella se quitó los zapatos y subió las piernas en el sofá. Tenía falda y pude ver en toda su dimensión sus divinas piernas. Bebimos, como era usual con Ricardo, unos aguardientes de más. Creo que me dormí y, no sé por qué, durante años los imaginé acariciándose y hasta haciendo el amor a unos pocos metros. Si sucedió o nó, en otra ocasión Ricardo volvió a mi casa con otra novia. También se llamaba Sandra. En esa ocasión me contó que mi Sandra estaba buenísima y que era buena en la cama pero que él necesitaba una mujer inteligente. No se imaginó nunca cuánto me dolió el comentario. De un lado, no soportaba saber que se acostaba con ella y, de otro, que no valorara su inteligencia. Pasaron unos meses en los cuales no nos volvimos a ver. Al año siguiente, en Enero, la encontré en mi barrio trayendo su primita del Jardín Infantil. Se había mudado para donde su tía que vivía en un conjunto cercano a mi casa. Eso me alegró y, mucho más, que había terminado sus amores con Ricardo. Me dio su número telefónico y yo, a mi vez, el de mi casa y el de mi oficina. Pocos días después me llamó a mi oficina. Estaba cerca haciendo una vuelta de su tía. La invité a almorzar, discutimos un poco de todo y le dije que esa noche tenía una reunión en mi casa y la invité. Llamé a varios amigos e improvisé la reunión. Fue una noche, nuestra primera noche, plena de besos. Ella se asía a mi mano como no queriendo soltarse jamás. Yo estaba completamente obnubilado, ...
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