1. Historia del chip (038): Una nueva Kim (Kim 014)


    Fecha: 02/04/2018, Categorías: Dominación Grandes Relatos, Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... horas en ocasiones. Ese tiempo era aprovechado por Kim haciendo ejercicio, tonificando músculos y broceándose. Los días eran para exhibirla, para llegado el anochecer empezar la tortura sensual y metódica. Pero por alguna razón, Roger varió la rutina. Ese atardecer la llevó a una tienda dónde Kim se probó una falda elegida por él. Corta y abierta, con mucho vuelo. Kim pensó que no iba a cubrirla lo suficiente. Viéndose en el espejo confirmó sus temores. La tela ni siquiera se acercaba a la piel, su solidez y la forma de campana lo impedían. Roger le pidió que diese unos pasos. Kim obedeció y supo que la cosa sería todavía peor. La falda se levantó como si la gravedad no existiese. Cada cadera empujaba hacia arriba la minúscula tela. El segundo presente era una redecilla metálica del mismo color negro. Roger se lo colocó sobre los pechos allí mismo. Era como un sujetador apretado. Los pezones se escaparon y los senos se veían como si no llevara nada. El conjunto exudaba sexo vulgar. Kim no pensaba que a Roger le gustase verla con ese atuendo. Hablaban muchas veces de ese tema, disfrutaban contemplado a las chicas, comentando lo bien que una falda, unos tacones o un top exiguo le sentaba a una mujer. Después, Kim tuvo que cambiar de calzado, a tacones negros y con plataforma. Curiosamente la altura de los tacones era menor. Le extrañó que Roger se hubiera planteado bajarle la altura, conocedora de que adoraba tenerla siempre elevada. Pero ciertamente las plataformas ...
    ... terminaban por llevarla más arriba. Le dolieron las pantorrillas así que se mantuvo sin tocar el suelo con los tacones de los zapatos. Por último, le cambió los pendientes por unos aros de plástico y le ofreció unas pulseras doradas y una tobillera, que colocó en el tobillo izquierdo. Salvo la boca roja, todo lo llevaba de negro y dorado. El conjunto desentonaba un poco y Kim no se sintió atractiva. Roger le compró una barra de labios negra y Kim fue a maquillarse con su nuevo color. También tuvo que pintarse los pezones. Después de pagar al contado, Roger la llevó a cenar. Kim se sintió como una prostituta. Y posiblemente esa era la idea en conjunto. Terminada la cena, fueron a una pensión cercana. El lugar le resulto tan poco acogedor que Kim se paró en seco a la entrada. —¿Algún problema? — preguntó Roger. —¿He hecho algo mal? — preguntó Kim Roger le dio un beso para tranquilizarla. —Amor, eso no es posible. Es una nueva fase. Te prometo que te adaptaras pronto. —¿A qué? Roger jugó con los pezones puntiagudos y sobresalidos entre la redecilla. —No nos vamos a quedar aquí. Sólo he venido a buscar una cosa. Kim suspiró aliviada. Roger recogió algo de la mísera recepción, pero Kim se quedó con las ganas de saber que contenía la caja que le entregaron. Dio las gracias a la chica que miró con cierto aire de diversión envuelto en desdén a Kim. Ya en la calle, Roger buscó un banco y se sentaron. Kim estaba acostumbrada a la frialdad del metal y la falda sólo estorbaba y no tenía utilidad ...
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