1. Joao (I)


    Fecha: 08/04/2018, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Cuando conocí a Joao comprendí que ahora las cosas serían distintas. En ese momento llevaba ya varios meses sola, con una que otra escapada de fin de semana, pero nada realmente interesante. Andaba ansiosa, mi cuerpo me pedía sexo y no podía complacerlo, ya que los hombres (y las mujeres) con que me había encontrado hasta ese día lo único que habían logrado era despertar cada vez más mi deseo sin lograr calmarlo nunca. Para ese momento me había acostado con unas 25 o 30 personas (polvos más, polvos menos) y no había conocido el primero con suficiente imaginación o iniciativa. Debo aclarar que nunca me faltó quién se ofreciera a hacerme pasar un buen rato. Tengo 18 años, piel de caramelo (en todos los sentidos) el pelo largo hasta más abajo de la cintura, pero que no alcanza a tapar mi culo, que modestia aparte sé que hace delirar a muchos hombres. Mis tetas son suaves, firmes y redondas, y mis pezones se ponen duros cada vez que me excito, lo que ocurre con frecuencia. Se marcan entonces en la tela de mi blusa, ya que no uso sostén, y con frecuencia siento los ojos de mis amigos, mis profesores o los desconocidos, clavados en ese punto. Y debo admitir que no me molesta para nada. Lo que lamento es que, de aquellos que se quedan mirando, muy pocos pasan a la acción, y los que lo hacen por lo general no salen con nada nuevo. A Joao lo conocí en un bar del centro, donde voy con frecuencia a bailar. Él era amigo del dueño y acababa de llegar de Brasil, así que esa noche, además ...
    ... de la salsita tradicional en el lugar, pusieron samba y otros ritmos que a mí me encantaban. Yo estaba en la mesa con una vieja amiga, con quien salíamos de cacería de vez en cuando, y que ya había conocido a Joao el día anterior. Así que él se acercó a la mesa, la saludó y se presentó. Luego, sin pedir permiso, me tomó de la mano y me llevó a la pista. Mientras caminaba delante de mí pude observarlo con cuidado: medía más o menos un metro con 85 cm (15 más que yo) tenía la espalda ancha, los brazos fuertes y torneados, el pelo muy corto. Llevaba unos jeans que dejaban adivinar la forma precisa y perfecta de su culo, y tuve que contenerme para no intentar tocarlo. Al llegar a un espacio vacío en la pista se dio vuelta y quedó de frente a mí. Sus ojos verdes se clavaron en los míos, y me rodeó la cintura con un brazo. Comenzamos a bailar, siguiendo el ritmo, suave al principio y luego cada vez más intenso. Nuestros cuerpos se rozaban constantemente, yo llevaba un vestidito de una tela muy delgada, sostenido apenas por tiritas en los hombros y que a contraluz dejaba ver perfectamente mi silueta. Debajo sólo tenía una pequeña tanga negra. En determinado momento del baile, cuando ya mis tetas estaban a punto de saltar del vestido por la excitación, él dio vuelta y quedó detrás de mi, tomándome por la cintura para llevar el ritmo. Sentí entonces sobre mis nalgas la presión de su verga, que a través de los jeans pugnaba por salir. Al mismo tiempo comencé a sentir los labios de Joao ...
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