1. La amorosa hija (Parte 2)


    Fecha: 13/04/2018, Categorías: Incesto Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... Anne desbotonó su blusa. Volteó hacia su padre, dejándolo contemplar sus hermosos, ligeramente caídos senos. Sus pezones estaban erguidos. Dejó pasar un momento para que Tomás se deleitara mirándolos, asegurándole con eso que por ella no había problema alguno. Luego, con ambas manos, Anne bajó la bragueta de Tomás sacó el moreno pene de del holgado y viejo pantalón de mezclilla, besando su mejilla mientras lo hacía, rozándola con la lengua, tranquilizándolo. Comenzó a acariciarlo y sentir su sólido contorno. Lo miró con una bella y a la vez erótica sonrisa y comenzó a masturbarlo lentamente, con firme y suave movimiento hacia arriba y abajo, viendo escurrir su lubricante natural en exceso. “¡Papi, que grande la tienes!”, dijo sorprendida. “¡No pensé que la tuvieras más grande que Raúl!”, agregó. La expresión de Tomás comenzó a cambiar. Volteó hacia Anne, quien suavemente le plantó un beso en la boca. Se separaron, pero papi tomó su cabeza por ambos lados y la volvió a besar, con toda la pasión reprimida que llevaba dentro. Anne respondió de igual manera. Aunque Anne esperaba que papi se abalanzara sobre ella y quisiera desnudarla y sentir en sus dedos su húmeda vulva, él se mantuvo ajeno a cualquier intento. Dejo que fuera ella quién tomara toda iniciativa. Cuando separaron sus labios, Anne besó el gigantesco glande de Tomás, y lo arropó con su boca brevemente. Lo miró desde abajo a la cara con expresión de lujuria, mientras seguía masturbándolo, subiendo el ritmo. “¡Siéntate ...
    ... en mí, hija!”, imploró Tomás. Anne se incorporó y mordisqueó su oreja, metiendo su lengua en el oído de papi. “No estoy lista para eso, novio”, le dijo murmurando al oído. “Goza lo que te hago y no exijas”, agregó Al sentir el cosquilleo y la respiración de Anne en su oído, Tomás echó su cabeza hacia atrás en el respaldo, sin poder ya contenerse gimiendo escandalosamente. Anne comenzó a masturbar a papi con ambas manos, acallando sus gemidos con su boca, entrelazando sus lenguas, al tiempo que Tomás comenzó a liberar con singular energía su abundante carga en las manos de su bella hija, quien no cesaba su suave movimiento, haciendo que su semen saliera como una gran fuga fuera de control mientras se deleitaba viéndolo casi contorsionarse con pícara mirada, volteando constantemente a la puerta de entrada, como temiendo que alguien llegara y los sorprendiera. Cuando finalmente Anne sintió que el pene de papi cesó de palpitar, exprimió su blanca carga lo mejor que pudo. “Hagamos el recuento de daños”, dijo Anne. Tomás se puso en sus manos, como un bebé que se había hecho en los pañales. Anne se puso de pie, fue al baño, y tomó un rollo de papel sanitario. Se sentó de nuevo junto a Tomás y comenzó a limpiar la zona de desastre, mientras él seguía con la respiración algo agitada, sorprendido de su hazaña. “¡Ah, hijita…!” por fin habló. “¡Gracias!”. Cuando terminó de limpiar, Anne le dijo sensualmente, “novio, si quieres te puedo hacer esto cada vez que lo ocupes. ¡Que linda verga ...
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