1. La mujer del disidente (05). La galería


    Fecha: 12/05/2018, Categorías: Dominación Voyerismo Autor: Senatore33, Fuente: CuentoRelatos

    ... antesala, donde les esperaba el otro guardia, que desde el fondo del pasillo tampoco había perdido detalle de la escena, la invitaron a entrar de nuevo en su celda. -Te hemos traído ropa limpia -le dijo el segundo guardia desde la puerta abierta de la celda, con algo de ropa para ella de la mano-. Pero danos primero tu ropa sucia. Amalia solo llevaba encima su vestido, con lo que dejó sus bragas sobre el catre, se lo quitó y se lo ofreció a los hombres junto a las bragas. El guardia que la había acompañado durante el recorrido por la galería cogió ambas prendas y las echó a un cesto pequeño que había en la antesala. Amalia quedó a la espera de que el otro policía le entregara su ropa, pero ante la impasividad de éste, esta vez no se cubrió, sino que permaneció en pie, desnuda, desafiante. El guardia finalmente le extendió el brazo con un tanga blanco de algodón. Ella se acercó, lo cogió y se lo puso. Tras ello el guardia le entregó un elegante vestido verde clarito de punto finito. Amalia se lo puso y permaneció de pie frente a los guardias. El vestido era entubado hasta por debajo de la rodilla, y tenía una pequeña abertura a su lado derecho, lo suficientemente grande como para permitirla andar, pero no era un vestido cómodo para dormir con él. -Estás muy guapa, Amalia -le dijo uno de los guardias-. Ahora tienes que ganarte la cena. Era tarde, y Amalia no había comido en todo el día, con lo que ya tenía hambre. -Sal aquí - le ordenaron-. Amalia volvió a salir a la ...
    ... antesala, preguntándose qué tendría que hacer ahora. Los guardias abrieron el enrejado que separaba en dos la antesala, y la hicieron volver a salir por la puerta que conducía de las duchas a la galería. Al salir por la puerta se encontró un barreño en el suelo lleno de agua. Un agente echó un buen chorro de detergente en el barreño y tiró dentro el vestido que Amalia había llevado hasta ahora. -Hasta hoy no hemos tenido señora de la limpieza, y la galería necesita un fregado, o sea que ya sabes lo que tienes que hacer -le indicaron-. Amalia tendría que volver a hacer todo el recorrido, por delante de todas las celdas de la planta, pero esta vez fregando el suelo a cuatro patas, ya que no siquiera le habían ofrecido una fregona. Cansada y sumamente humillada a lo largo de todo el día Amalia descendió sobre sus rodillas y empezó a empapar el vestido. Sin sujetador el vestido le quedaba escotado y al empezar a desplazarse empujando el barreño y gateando se le abría lo suficiente como para que los presos se volvieran a excitar viendo el canalillo y la caída de sus pechos. Por detrás lo apretado que estaba apenas la dejaba moverse, con lo que no tuvo más remedio que remangarse el vestido y subírselo hasta los muslos para poder avanzar. A los hombres les encantaba ver a esa mujer vestida tan elegante, con sus tacones y su vestidito, humillada de tal manera, fregando el suelo a cuatro patas y mostrando parte de sus atributos de mujer: enseñando sus muslos carnosos e insinuando sus pechos. ...
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