1. maite (1)


    Fecha: 14/05/2018, Categorías: Sexo Duro Autor: spanishguy1966, Fuente: xHamster

    Aquella tarde fui también a casa de Maite, como todas las semanas. Ella y yo nos habíamos conocido unos dos años antes cuando yo aún trabajaba en un pub en Bilbao. Ella era rubia, de estatura media y me superaba en un año la edad. Tenía novio desde hacía más de diez años y según ella, yo había sido su único amante. A pesar de ese dato era realmente una mujer estupenda y, por otra parte, era una buena compañera juegos de cama. Nunca hasta que conocí a Maite me había compenetrado tanto y tan bien con una mujer en la cama: ambos sabíamos lo que nos gustaba y nos dábamos gusto recíprocamente. Llamé a su puerta y ella me abrió vestida tan sólo con un albornoz; Se acababa de duchar y se había lavado, secado y cepillado el rubio cabello dejándolo brillante y sedoso. Pasamos directamente a su habitación, mientras yo no perdía de vista su estupendo trasero. Encendí un cigarro mientras ella se sentaba parsimoniosamente en la cama: casi siempre esperaba a que yo iniciase el ritual. Yo solía entonces tomármelo con mucha calma, fumándome un cigarrillo tras otro esperando mentalmente que ella tomase de una vez la iniciativa y... Aquella tarde le tenía reservada una sorpresa. Hacía tiempo que le había comentado que le iba a escribir una carta “picante”, esperaba que esto sirviese para dar un nuevo impulso a nuestras relaciones sexuales, no tan frecuentes ahora como en otros tiempos. Esperaba así mismo que no se escandalizase por el vocabulario que iba a observar en la carta, pues en los ...
    ... relatos eróticos se utiliza ese mismo vocabulario, incluso más variado y fuerte. Fue la noche anterior, mientras me masturbaba imaginando la fantasía que le iba a relatar, cuando decidí que sería un relato erótico en vez de una carta, deseando al mismo tiempo que después de que ella lo leyese lo aplicase como guión para nuestra singladura sexual de aquel día. Cuando le entregué la carta y le expliqué de qué iba sonrió y los ojos le brillaron. Era una sonrisa llena de picardía y complicidad. Le pedí, con la misma sonrisa, que antes de empezar a leerla se tendiese en la cama con las piernas ligeramente abiertas y se abriese ligeramente el albornoz para dejar visibles sus pechos -que, pese a no ser tan grandes como a mi me gustaría, si están bien situados y firmes.- y su hermosa entrepierna. Ella accedió, no sin antes recordarme que tenía la mente “demasiado calenturienta y enferma”, se deshizo del albornoz y se tumbó con las piernas entreabiertas, mientras yo me empezaba a desnudarme con el miembro ligeramente duro, me ponía un pantalón de pijama negro, me sentaba a los pies de la cama, frente a ella y encendía, paciente, un cigarro, preparándome para deleitarme con lo que iba a ver. Ella ya había comenzado a leer el relato pero aún no había llegado a la parte caliente, aunque al llegar al cuarto párrafo y ver la primera palabra “picante” me dirigió un “Cerdo!” que simplemente me hizo sonreír mientras ella continuaba leyendo, curiosa, ya que sabía que yo tenía una gran imaginación ...
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