1. Dulce venganza


    Fecha: 15/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... aprovechado para ir a practicar tenis al club cercano a la casa. Pasé a la mesa para ingerir mis alimentos cuando llegó Clara. ¡Oh, Dios! ¡Cuánta hermosura¡ Se las describiré: a todas las medidas que arriba les indiqué, súmenle el pelo quebradizo, bastante mojado por el sudor y cayendo despreocupadamente por su cara, también empapada y con sus labios con apenas unos restos de carmín. Una blusita deportiva, mojada por el mismo sudor que dejaba trasparentar unos pezones que se adivinaban ricos, a pesar del brasier. La falda corta que se usa en ese tipo de deportes era lindo marco para unas soberanas piernotas, musculosas y bien formadas. Tan solo de verla, mi aparato se puso en tensión y mis güevos se endurecieron. "Tengo que cogérmela", me dije a mí mismo e inmediatamente puse manos a la obra. Primero comencé a chulearla. "Qué hermosa te ves, cuñadita", le dije y el piropo pareció gustarle, pues al tiempo que se sonrojaba, sonrió para darme las gracias. A mí me pareció una invitación y de inmediato me paré de la mesa, le quité la raqueta de las manos y con la misma toallita que portaba al cuello, comencé a secarle la cara. ¡Qué delicia!. Ella, como que se asustó y dio un paso hacia atrás, pero yo la detuve por la cintura y le planté un beso que incluyó mi lengua en el interior de su boca. Opuso algo de resistencia y eso más me enardeció. Le acomodé mi verga, aún metida en mi bikini y mis "pants", para que la sintiera y resultó peor, pues se soltó e inició la retirada. Debo ...
    ... aclararles que antes de su llegada, yo había mandado a la viejecita a comprarme unas cervezas y tardaría un buen rato, pues el "super" donde las venden está a uas cuatro cuadras de la casa. Es decir, tenía tiempo de hacer mi travesura. Clara había comenzado a subir las escaleras rumbo a los dormitorios, para ponerse a salvo, pero solo empeoró la situación al mostrarme su lindo trasero cuando se inclinaba. Totalmente enloquecido, la alcancé y derribe escalones arriba. Allí mismo comenzó el ataque. Volví a besarle hasta que sus brazos que intentaban rechazarme, se enroscaron en mi cuello y su lengua comenzó a devolver las caricias de la mía, juntó su cuerpo al mío y ahí me di cuenta de que el tamaño de mi verga no sería impedimento para cumplir mi capricho. En el mismo descanso de la escalera la despojé de todas sus ropas y al mismo tiempo me desnudé yo mismo, hasta quedar los dos sin nada encima. Contra lo que yo esperaba, ella, con sus dos manos, tomó fascinada mi enorme falo y comenzó a masajearlo de arriba abajo y a darle de besos en el grande amoratado. Sabedor de que el tiempo que teníamos antes de que la sirvienta llegara era poco, solo le di unas chupaditas a su clítoris y allí me di cuenta de ella estaba perfectamente lista para recibir mi trozo de carne. Yo quise ponerla en la clásica posición del "misoonero", pero ella lo impidió. "Déjame ser yo la que disfrute y te haga gozar", me dijo y yo no me hizo del rogar. Me puso de espaldas al piso y ella se colocó encima mío. ...