1. la madre y la hija parte 2


    Fecha: 24/05/2018, Categorías: Anal Sexo con Maduras Sexo Duro Autor: stopercordobes, Fuente: xHamster

    ... mientras no me fijaba en que ella no paraba de mirarme.- Pensé, vaya otro capullo de estós, que en cuanto las mujeres tienen unos años de más, ya no quieren nada oon ellas- expresó con un tono melancólico, a la par que crítico.Le expliqué todo lo que me había pasado, a lo que ella se disculpó diciendo que no sabía nada y que me perdonara, y lo le dijé que no pasaba nada. Cómo había cierta confianza, le pregunté por el pedazo de cambio de status que habían tenido, a lo que Pepa me respondió que le había tocado una primitiva de las gordas, y que lo tenía todo invertido en varias cosas, que le daban mucho beneficio. Después de despedirme amablemente de Pepa, quedé que a la mayor brevedad posible le traería el presupuesto y el orden de actuación de los trabajos.Al día siguiente, ya tenían terminado el presupuesto, así que después de concretar con mi jefe cuál sería el mejor orden para hacerlos, decidí acercarme al chalet de pepa cuando terminara la jornada para comentarselo. Aunque eran primeros de septiembre, en Córdoba todavía hacía mucho calor, así que pensé que cómo había confianza, se lo llevaría por la tarde. Llegaron las ocho de la tarde y llegué al chalet, llamé al portero y me abrieron, llamé al timbre de la puerta, y apareció Pepa, que había salido a recibirme, ya que según me dijo la criada sólo estaba media jornada. Mientras ibamos para el salón, me fijén que llevaba una bata de colores con un poco de escote y unas zapatillas de andar por casa; nos sentamos en el ...
    ... sofá, le expliqué el presupuesto y la duración de las obras (nos llevaría unas tres semanas, ya que solamente la nueva cancela se llevaba cerca de semana y pico) y pepa dijó que sin ninggún problema, que estaba de acuerdo, se levantó, fue a otra habitación y regresó con un talón por el 15% del presupuesto, para los materiales. Me preguntó que si tenía prisa, a lo que dijé que no, y me invitó a una cerveza, a lo que no pude negarme, y mientras estábamos hablando, se oyó el ruido de un coche que entraba; Pepa se asomó por una de las ventanas, volvió, y sin decir nada, se volvió a sentar. Al rato, se oyó:- Máma, ya estoy en casa- y esa voz sí que me resultó familiar del todo.- Estoy en el salón, hija- respondió Pepa.Cuando aquella chica entró en el salón, yo no podía prestar atención a nada más. De inmediato, la reconocí, era Andrea, pero ahora estaba todavía más guapa; llevaba el pelo de color castaño, una minifalda que apenas le cubría las piernas que parecían interminables, y una blusa que adivinaba debajo unos pechos que yo no recordaba tan grandes, estaba increíble; yo estaba cómo en otro mundo, cuando una voz muy alta me sacó de allí:- No puede ser, es increíble, pero si eres tú, dios mío, cuanto tiempo- dijó ella.- Caramba, Pepa, tu hija es cómo los vinos, mejora con los años- dijé mirando a Andrea.- Ven aquí, y dame un abrazo, cómo buenos amigos.Me levanté, fui hacia ella, ella hacia mí, y a mitad de camino, nos abrazamos y nos dimos dos besos. Su cuerpo despedía un perfume ...
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