1. Era una de esas noches tórridas de verano


    Fecha: 28/05/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... regalo. Sin embargo, no había descendido lo suficientemente rápido. La calle estaba tan yerma y muda como antes. Cuando llegué hasta la esquina, ellas habían desaparecido. Supuse que tenían que haber cogido un taxi y estarían yendo hacia una conocida discoteca del centro de Barcelona, preparadas para iniciar la velada. Desalentado, volví a subir a casa pensando que debía sosegarme lo suficiente para poder volver a dormir. Quizá miraría la televisión, quizá jugaría con el ordenador, o me abandonaría a la casi-vida virtual, o quizá escucharía algo de música y, casi con toda seguridad, me masturbaría con desesperación, en fin cualquier cosa que me serenase. Pero, mientras subía sudando los inacabables peldaños de la escalera, tramo tras tramo, la visión del delicioso balanceo del culito de la travestí más pequeña no abandonaba mi sobrecalentado cerebro. Cuando abrí la puerta de mi apartamento y volví a sumergirme en el viciado aire caliente que parecía abrasarlo todo, lo decidí: iría a follar con él esa noche, costase lo que costase. Sin pensarlo busqué las llaves del coche, fui al "parking" y me dirigí al "Di-ver-ti-do", acelerando al máximo, sin respetar ningún semáforo, intenté llegar antes que su taxi. Al entrar en el local, en la penumbra interrumpida por las luces multicolores no pude distinguir ni la melena vikinga de la grandullona ni a su apetitosa acompañante. Era la una y media de la madrugada y otras doce o trece travestís estaban ya en la sala, meneando con salero ...
    ... sus lindas posaderas al son pegadizo de la música de sevillanas. No obstante, lo excitante que pudiese resultar la imagen, yo ya había hecho mi elección esa noche. Puesto que podía tardar en aparecer, resolví sentarme frente a la barra y a pedir una cerveza. Después de la primera cerveza y su consiguiente ración de ritmos andaluces, vino una segunda acompañada esta vez por los grandes éxitos de los años setenta, y después una tercera, adornada con ritmos caribeños, pero, después de las tres cervezas y la mixtura de ritmos cargantes, mi princesita seguía sin aparecer. Estaba ya descorazonado, pensando en "desahogar mi lujuria" en compañía de cualquier otro de los travestís que pululaban por el local, cuando ella entró en la discoteca. Tan solo abrir la puerta, debió darse cuenta de mi interés, ya que dio un rodeo para pasar junto a mi. Al pasar, me miró sonriendo y rozó mi pierna de una forma muy discreta. Mi polla comenzada ya a alborotarse con alegría dentro de mis calzoncillos. Los otros clientes de la barra, que a esa hora ya estaba abarrotada, parecían no haberse dado cuenta, concentrados en tararear el último éxito de Enrique Iglesias. En un segundo pase, la menudita todavía se acercó por detrás y me pellizcó el muslo. Era la invitación que necesitaba. Cuando la miré mientras se alejaba, ella me hizo un gesto inequívoco con la cabeza para que la esperase fuera. Llamé la atención del camarero lanzándole un beso con los labios, pagué la cuenta y salí tras ella. Una vez en ...
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