1. ¡Soy una fumada de mierda!


    Fecha: 28/09/2017, Categorías: No Consentido Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... el apellido. Ellos parecían aún más alegres. El gordo abrió una caja de pizza y me dio tres porciones, las que me lastré con un hambre de niño huérfano mientras el viejo me sacaba la bombacha. El gordo quiso escucharme eructar, y como no me salía su amigo disparó un tiro que impactó en el techo. Seguro que por el susto me hice pis. El gordo acercó el faso paraguayo a mis labios y me hizo fumar para calmarme. Me tranquilicé cuando se agachó para chuparme la concha, y a pesar de que me hizo acabar unas tres veces, quería una pija en lugar de esa lengua escurridiza. Hasta que el viejo me puso el calzón nuevamente, y los dos salieron luego de un llamado telefónico. ¡acá nos vas a esperar turrita, y nada de gritar, entendiste perra?!, fue lo último que jetoneó el gordo. Pasaron como tres horas, en las que mi mente solo repasaba los infortunios de mi extraño día. A cada minuto me sentía más alzada. Pero no podía tocarme siquiera, porque permanecía atada, con frío, descalza, en bolas y sedienta. En ese tiempo solo podía entretenerme oyendo los sordos gritos de los borrachos, de milicos, de silbatos y bocinas de la calle, y todo tipo de disturbios que suelen adornar a la madrugada. Cuando entraron el gordo me dio un vaso de agua y me trajo más faso. Mis neuronas mezclaban calentura y cansancio, cuando el viejo puso una silla bajo mi cola, me sentó de golpe y sentí el tirón en mis brazos casi adormecidos, todavía atados en el caño. Entonces, los dos me pidieron que los pajee con los ...
    ... pies. A los dos se les caía la baba cuando sus pijas tomaron contacto con mis talones, y para el agotamiento de mis pobres pies, aquellos pijazos, frotadas y escupidas eran como masajes cargados de cariño. Entretanto me decían: ¡hacete pichí otra vez bebé, dale, hacela mierda a esa bombachita, meate y cagate toda putita! Sentía calambres en el cuello, un hormigueo en los brazos extendidos y un dolor de cabeza intenso. Pero también muchas ganas de obedecerles. Así que hice todas las fuerzas que pude para cagarme y mearme toda. Eso me daba un placer indescriptible. En cuanto vieron caer un trozo de mi caca, los dos me ajusticiaron a mamarles las pijas, primero de a una, y sin retrasar el momento me metieron las dos a la vez. El gordo comenzó primero a deshacerse en gemidos y ademanes, mientras su leche me empachaba la garganta. Con el viejo tuve más trabajo. Pero en cuanto me escupí las tetas para pajearlo con ellas, me dio unos fuertes vergazos en la boca y, entonces hasta le saqué la lengua cuando su semen maquilló desde mi rostro a mi pelo en un espasmo ferviente. El gordo miró la hora en su reloj y dijo que era muy tarde. El viejo me desató, y el gordo, así como estaba me puso el top, la camisa, el jean con mucho esfuerzo y llamó a un taxi por teléfono. ¡es hora de volver a casa negrita sucia!, dijo el gordo después del bocinazo del tachero. Creo que los dos me llevaron al auto, aunque con los ojos vendados. El viejo dijo que podía quitarme la venda cuando llegue a mi casa. ...
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