1. Los demonios de Yahir, Cuentos de media noche I “La platica”


    Fecha: 02/07/2018, Categorías: Gays Autor: Diosdelagua, Fuente: SexoSinTabues

    ... pidió que no te dijera que se disculpó conmigo— Me puse de pie porque no podía creer lo que estaba escuchando— ¿Eduardo te pidió perdón?— Lalo no era el tipo de personas que se retractaba, tenía el mismo carácter que yo pero unos años más desarrollado— Sí, fue antes de la cena, yo estaba con tu madre platicando cosas del pueblo cuando nos interrumpió, preguntó que si podíamos hablar un momento, fuimos a la sala y me dijo que lamentaba lo sucedido en la tarde, que tú eres como su hermano, dijo que se sentía terrible por cómo me habita tratado pero que solo quiere lo mejor para ti y lo entiendo, si una de mis hermanas llevara a su novio a un viaje con mi familia, yo no quitaría el dedo del renglón hasta cerciorarme de que es la mejor persona para mi hermana y te lo cuento para que no estés distanciado con él, ustedes dos se ven muy bien juntos. Abracé a Samanta y mientras lo hacía una pequeña lágrima se derramó por mi mejilla, traté de contenerme y de disimular y así pasamos unas horas disfrutando de la compañía del otro. Yo estaba en la habitación acostado en la cama, eran alrededor de las 12:30 am cuando Eduardo llegó, se sentó al borde mientras se quitaba sus zapatos y de pronto yo lo sorprendí con un abrazo en la espalda, yo estaba llorando y él al darse cuenta me abrazó mientras acariciaba mi cabello. — ¡Discúlpame por cómo te traté hace rato Lalo, lo siento mucho de verdad!— Eduardo me apartó de él y me miro a los ojos— Soy yo quien debe pedirte disculpas Yahir, traté muy ...
    ... mal a tu novia sin razón, si tú la quieres yo no tengo por qué meterme en sus asuntos, no volverá a pasar— Apenas terminó de decir eso cuando junté su boca con la mía— Tú tienes la culpa, eres el único culpable de que yo no pueda amar a Samanta porque te amo a ti, te amo Eduardo y no hay espacio en nadie en mi corazón para nadie más— Cuando dije eso volví a llorar al pensar en lo que le estaba haciendo a Samanta, ella no se merecía un amor de mentiras— Yahir yo...— Eduardo no sabía qué decir, yo ansiaba que él me dijera “También te amo” Pero eso no iba a suceder. Al no encontrar las palabras solo me abrazó y se acostó sobre mí para besarme, le había puesto seguro a la puerta y allí estaba otra vez ese sentimiento de rendición ante sus caricias, otra vez era preso de su espíritu y ese amor dentro de mí me desgarraba el alma y al mismo tiempo me hacía sentir tan dichoso que me cuestionaba si era real o no. Cuando la tenue oscuridad del lugar nos permitió despojarnos de nuestra ropa y nuestros pechos se encontraban con los latidos del otro, sus besos lograron traerme la paz que tanto necesitaba y mientras entrelazábamos nuestras manos dábamos paso al acto de la penetración donde siempre unos pequeños gritos ahogados escapaban de mi boca. Su espalda era un territorio de placer que yo recorría con mis manos frías, su cuello era el blanco de mis suspiros “Eduardo, Eduardo, Eduardo” era lo único que yo podía pronunciar en aquellos momentos, cuando sus piernas tocaban las mías y sus ...
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