1. La enfermera abusó de mi violándome en repetidas ocasiones


    Fecha: 11/07/2018, Categorías: No Consentido Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    Me llamo Miguel y tengo 25 años. Vivo en una casa de una familia acomodada y desde pequeño nunca me faltó de nada. A los 18 años, en cuanto me saqué el carnet de conducir, mi padre me compró un coche de segunda mano. Aunque era de segunda mano, era un buen coche y me duró bastante tiempo. Entonces era un chico responsable y conducía bien. Supongo que por eso no he tenido que cambiarlo hasta hacer relativamente poco, dos años. Cuando ya trabajaba, decidí comprarme uno nuevo. Un deportivo, para fardar con las chicas y eso. Después de un mes, empecé a salir con una chica. Nos llevábamos bien y nos íbamos por ahí en mi coche. La verdad, no sé si le gustaba más yo o mi coche. No me importaba, lo único que quería era llevármela al huerto. Un día nos lo montamos en el coche. Estaba follándomela sin condón y cuando estaba a punto de correrme, me rayé, no porque pudiera dejarla embarazada, sino porque pudiera manchar la tapicería con mi semen. -Ah, ah, ah, gemía ella. Yo estaba a punto y cuando me corrí, casi no me dio gusto por lo preocupado que estaba. Me quedé dentro de ella después de irme. -¿Qué haces tío? me dijo. Salte ya. -Espera, ¿tienes un clínex? -Sí, creo que tengo uno en el pantalón. Tenía el pantalón y las bragas por los tobillos, y ella se agachó para cogerlo y yo con la polla dentro de ella. La situación era un poco rara. -Toma, anda. La saqué con cuidado y me limpié el semen. Después nos vestimos y la llevé a su casa. -Hasta otra. Me dijo. No sabía aunque no la ...
    ... volvería a ver más. Cogí la carretera de la playa para volver a casa y a los 5 km más o menos, otro coche adelantó por el carril contrario y acabó estrellándose contra el mío. Me llevaron al hospital, de eso me enteré después. Tenía varias costillas rotas y estaba todo escayolado. Cuando mis padres se enteraron, enseguida acudieron a verme. Estaba grave, pero me habían dicho que saldría adelante. Solo que me esperaban unas cuantas operaciones. Unas semanas después de mi primera operación, un clavo en la rodilla, me aconsejaron que empezara a andar por la habitación. La tenía para mí solo, porque como mis padres tenían mucho dinero, me habían llevado a un hospital privado, y además era grande. Aunque no me desenvolvía mal andando solo, (me habían quitado la escayola del pecho) no podía ducharme solo, con el suero, la escayola y eso. Tenía una cuña puesta y la enfermera me la cambiaba cada poco. Al principio no me importó que pudiera verme el pene. Me dijeron que avisara enseguida en cuanto necesitara ir a ducharme. Así que ese día toqué el timbre para avisar de que tenía que ducharme. Carmen, la enfermera del turno de mañana, que llevaba mi habitación y alguna más, se presentó enseguida. -Hola Miguel, ¿qué tal te encuentras hoy? -Mejor, gracias. -Anda, vamos a la ducha. La verdad es que Carmen era guapísima, debía de tener un año o dos más que yo, y mientras me llevaba a la ducha, me vino a la cabeza el morbo ese que nos dan a los hombres los uniformes y más el de enfermera. Me ...
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