1. Una tarde poco tranquila...


    Fecha: 13/07/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... interminable y aplacado con una espléndida sonrisa de placer que me llenaba de satisfacción al poder sacar una vez más ese calor que le abrasaba en su interior pero que aún embargaba el mío haciéndose notar con el sudor vaginal que recorría mis minúsculas bragas que se ocultaban bajo mi falda. El destino elegido era un no muy oscuro paraje alejado de la civilización, bajamos del coche despacio con miedo a lo que aquello nos iba a deparar, la primera visualización de la zona nos hizo dirigirnos hacía grupo de hayas que parecía resguardarnos de cualquier mirada curiosa que por allí pudiera sorprendernos. Tras minutos caminando juntos entre ramas, y hierbas, despertando cualquier animal que descansara por allí, llegamos a lo que en un primer momento era el lugar idóneo para el escarceo amoroso el cual nos había conducido hasta allí. En un primer contacto nuestros brazos y manos hicieron que nuestros ardientes cuerpos se juntaran para no perder ni un minuto en seguir manteniendo el contacto, arrancando de un tirón la camiseta que ocultaba su terso pecho y desabrochando así mi camisa dejándola caer sin preocupación de donde cayera. Me besó hasta que me tragué su lengua, froté mis pechos duros contra sus tetillas enervadas, y dejé un rastro de saliva a lo largo su esternón, su vientre, volviendo otra vez a sus enrojecidas orejas susurrando con mi aliento lo cachonda que me ponía esa situación. De pie en medio de aquel bosque y apoyado en un altísimo árbol, baje sus pantalones para ...
    ... poder ver su cuerpo totalmente desnudo, apoyé las manos en sus hombros elevando mi pierna derecha sobre su cadera y haciendo notar ya sin ropa su enorme sexo contra el mío mediante fricciones que hacían sentir que mi excitación era cada vez mayor, acariciando con mi mano sus huevos aún asustados por la situación, acerqué mi mano a su falo para por fin introducirlo lentamente a través del estrecho pero flexible anillo de mi vagina, tras segundos de sentir aquel trozo de carne dentro de mí, lo deslizó de nuevo fuera de mí pero dejando la punta para no perder dirección y volver a meterla tan fuerte que hizo despertar en mi una lujuria mayor, que me hizo gemir de placer a la vez que mirar al cielo y llenarme gusto por tan excitante gozo, mientras la primera gota de lluvia caía en mi entreabierta boca. Mi vagina en acto reflejo apretó su miembro cual boca succionando lo cual le provocó un hormigueo interior que hizo que los movimientos de nuestros cuerpos fueran más seguidos, era un choque constante de masas, húmedas por la incesante lluvia que empezaba a descargar sobre nuestros casi desnudos cuerpos, los cuales no podían desengancharse por el ansia de seguir follando. Uno frente al otro, nuestras miradas se cruzaron tímidas en un acto de intentar demostrar el lado salvaje que ya no podíamos controlar, un acercamiento de su cara a mi cuello mojado exaltó por completo la paz de aquel lugar, el mordisco provocó un grito estremecedor que no alteró el trote de nuestros sexos pero sí ...