1. Haciendo la cola


    Fecha: 25/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Fue una mañana de febrero templada pero húmeda, espesa de nubes y ruidosa como siempre. Yo estaba en la fila de discapacidad en el banco, ya que me tocaba cobrar mi pensión nacional, la que me asignó el estado por perder un dedo en una máquina especial de carpintería. Ahí trabajé desde que terminé el secundario. Tengo 30 años, una hija y varias deudas. Me separé de mi mujer porque no pude perdonarle lo que me hizo. Una tarde llegué de un viaje mucho más temprano de lo previsto. Y la encontré peteando a mi hermano en la cocina de nuestra casa, muy arrodilladita, en tetas y con los ojos irradiando una felicidad que, por momentos quería borrársela de un cuchillazo. Lo peor era que mi hija estaba durmiendo! Desde entonces, hace dos años que vivo en lo de mis padres, a quienes ayudo con la despensa que siempre fue orgullo de la familia. Aquella mañana de verano, adelante mío había una morocha de no más de 22 o 23. No era fácil concentrarse en otra cosa que en su pecho desnudo cuando le daba de mamar a su hijo. Yo tenía la certeza de que encima estaba embarazada. Además había dos nenes con ella que se la pasaron fastidiando a la gente de la fila, corriendo y gritando. Les juro que, en el tumulto de los pequeños avances de la procesión, no pude controlar la erección de mi pija necesitada de cariño cuando se la apoyé de lleno en el culo! Le pedí disculpas, y ella se dio vuelta para mirarme con una carita de sumisa que me derritió, y me dijo: ¡tranquilo, siempre me apoyan en el ...
    ... banco, pero no es culpa tuya! Ahí vislumbré que el bebé dejaba que la leche se le derrame del pezón, ensuciándole la remerita ancha que traía, y mi pija parecía reaccionar aún con más vigorosidad. El bebé estaba satisfecho, y ella aún no se tapaba. Le pregunté el nombre como para entablar algo de charla, y mientras retaba a los guachos me dijo que se llamaba Carina. Supe que los revoltosos eran sus sobrinos, que el bebé se llamaba Dylan, y que estaba embarazada de 5 meses. El supuesto padre estaba preso, según ella injustamente, y ahora cobraba una asignación universal. ¡no sabés lo jodido que estar sola con los pibes, sin un hombre al lado… y aparte, no está bueno andar sin coger!, dijo solo para que la escuche yo, cosa que no hacía falta. Tenía una voz disfónica, serena y llena de trasnoche. De un ojo no veía muy bien, pero tenía una sonrisa de pícara tremenda. Cuando le dije que se tape porque la gente la miraba mucho, dijo: ¡y qué me importa? Son tetas, y todos tomamos la teta, o no?! Tenía el pelo hecho una piltrafa, y no sé por qué, pero me calentó verle un par de piojitos en el medio de la cabeza. Su perfume barato no disimulaba su poco contacto con el agua, y el pantalón medio que se le caía. Como era peticita, en un momento se agachó para levantar su celular, y sin querer se chocó la carita con mi carpa endiablada. Ahora ella me pedía disculpas por el roce, y yo transpiraba como un idiota. La cola avanzaba, y ya faltaba poco para que ingresemos al banco. ¡che, pero tu ex ...
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