1. Haciendo la cola


    Fecha: 25/07/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... no es ninguna boluda! A lo mejor necesitaba una pija, y como vos no estabas, bueno, manoteó al primero que encontró!, dijo una vez que yo me deshaogué con mi historia, la que ella escuchó fascinada. ¡y ahora vivís solo? Y, hace cuánto que no cogés? Con mi macho cogemos en la cárcel cuando podemos… pero yo no me quedo caliente por ahí! Si tengo ganas busco a alguien para garchar y listo! La última vez fue la semana pasada, con el pollerudo de mi hermano mayor!, me confiaba poniéndome más al palo, y sin dejarme responder. ¡la verdad, vos estás para darte masa, pero bueno, no sé qué onda vos… tenés alguna amiguita que te saque la calentura? O te pajeás viendo pornos?!, se me burló con una risita suspicaz adivinando mi sequía sexual. Ya estábamos adentro del banco cuando supe que, además de su asignación cobraba una pensión por su bebé que nació con un leve retrazo mental. Gracias a ello cobramos en la misma ventanilla. Mejor dicho, yo cobré, pero ella no. Se puso tan mal que no supo detener sus lágrimas de angustia. Necesitaba la plata, porque no tenía ni para comer. Cuando termino de recibir lo mío, mis documentos y el recibo, me apresuro para seguirla y ofrecerle llevarla a su casa. ¡vos estás en pedo? Ahí no entrás ni loco! Si querés llevame a lo de mi hermana, así le dejo a los guachos y como algo ahí!, dijo cuando los pibes seguían en la suya, sin hacer caso a sus llamados. Al rato ella volvía a darle la teta a su bebé en el asiento del acompañante, mientras yo manejaba, y ...
    ... los pibes se peleaban atrás. Para mi tranquilidad, llegamos bastante rápido a una casita humilde, donde todos se bajaron, y mis ojos se detuvieron en ese culo terrible, el que le apoyé en la fila, y que ahora dejaba asomar el elástico de una bombacha blanca. Me preparé para suponer que jamás lo volvería a ver. Arranqué el auto para irme, pero ella de repente vuelve sobre sus pasos a la ventanilla baja de mi lado, y me dice: ¡che, y vos? No tenés ganas de que te la mame? Te juro que me trago toda la lechita! Y si querés te doy un poco de la que tengo en las gomas! Mi cerebro parecía agrandarse de emoción en mis huesos, mi poronga le hubiese gritado que sí si tuviese cuerdas vocales, y mis huevos celebraban una fiesta de producción seminal bajo mi slip. No pude decirle que no, y menos cuando puso sus dos tetas desnudas sobre la ventanilla abierta, de las que caían gotas de leche. Al bebé ya se lo había llevado a dormir, y los guachos ya jugaban a la pelota en patas con otros pibes. Cuando entro a la casa, descubro que una piba más grande veía la tele y tomaba mates. ¡nati, andá con el Dylan, y cambiale el pañal!, le dijo Carina. La tal Nati se levantó con cara de ojete, me saludó con un pico y desapareció tras un portazo. No podía creer que estuviese desnuda de la cintura para abajo! Carina, algo más relajada se me sentó en la falda, ya sin su remera ancha. ¡querés teta pendejo? Tenés hambre de teta? Porque yo sí quiero toda esta pija en el culo y la concha, quiero lechita!, me ...