1. Un camino incierto


    Fecha: 02/09/2018, Categorías: Gays Autor: Ícaro_libre, Fuente: CuentoRelatos

    ... súbitamente y lo increpé: - ¡Deja de seguirme! - No tengo la culpa de que camines hacia donde dejé mi auto. - Me dijo Daniel, casi con la risa en la boca. Hubo un silencio cómplice que me pareció eterno. - Muy bien Daniel, vamos. Pero ten algo claro, no me interesa quien eres, ni lo que hagas. Esto empieza aquí y termina aquí. No me busques, no me llames y si en el futuro me ves en la calle, cruza a la otra vereda por que no me interesará saludarte. ¿Está claro? - Sí. - Me respondió. - No basta con decir sí. Debes ser franco. Me miró fijamente y bajó la vista al suelo. Ese gesto sí me pareció honesto. Subimos a su auto y emprendió la marcha. Mil cosas pensaba mientras miraba hacia afuera. Hasta que rompí el silencio con una frase, que para para Daniel, debió sonar inesperada. - Tengo que decirte algo. - Dime Jorge. - Es que... es mi primera vez con un hombre, no sé bien que hacer y... bueno, eso. Su rostro se sorprendió. Mi confesión debió parecerle infantil en boca de un cuarentón, y, en cierto modo, debió imaginar que iba a estrenar a un hetero virgen por así decirlo. - Tranquilo. - Fue su única palabra. Llegamos a un Motel cálido y muy bien cuidado. Entramos a la habitación. Caminaba como podía, mis piernas temblaban, me sentía muy nervioso. Hablaba cualquier cosa. Con tal de no hacer un silencio que dejara paso a lo que venía. Me saqué la chaqueta. Él, sólo me miraba. De pronto se acercó y puso dos dedos un mi boca, haciendo un gesto de pedir silencio. - Tranquilo. ...
    ... Esa fue la última palabra que le escuché. Con la habitación a media luz y una música suave en el aire, bajó el cierre de mi pantalón y metió su mano, palpando mi pene que se encontraba semi erecto. Con una sonrisa diabla se arrodilló frente a mi. Abrió mi pantalón y sacó mi virilidad logrando desatar su máxima expresión. Lo frotó un poco y se lo llevó a la boca. Suavemente succionó mi pene, con la actitud de quien toma algo que le es querido y para nada desconocido. Muy suave, muy dulce, me prodigó sus caricias un largo rato. Se puso de pie, retrocedió un par de pasos y una risa tímida se le escapó. Me miré y claro, con mis pantalones hasta las rodillas, la camisa abotonada hasta el cuello y mi pene saliendo de la parte baja de la camisa, exhibía un cuadro semi cómico. Me senté en el borde de la cama desanudé mis zapatos y me estaba sacando el pantalón cuando enderecé la mirada y frente a mí, encontré su miembro duro y vigoroso, reclamando atención de mi parte. Estaba mudo, nunca había estado en presencia de un pene ajeno, y, dentro de mí la curiosidad luchaba con la vergüenza. Daniel tomó mi mano y la llevó a su verga, ese fue el último momento de pudor que tuve. Desde que tomé contacto con su carne, todo sentido del recato me abandonó. Lo llevé de la sombra a la luz, para observarlo bien. Mi mirada seguía atentamente las venas que serpenteaban por su tronco. Cada detalle, cada poro y arruga de ese miembro entraba por mi mirada, para convencerme de que me gustaba. El fluido ...