1. La amorosa hija (Parte 4)


    Fecha: 06/09/2018, Categorías: Incesto Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    La puerta de la habitación se cerró por si sola. Se besaron de inmediato, mientras Anne deshacía el nudo de la corbata y le aflojaba el cinturón. El gordo y largo tronco de Tomás apareció amenazante cuando Anne bajó su pantalón, desafiándola a que hiciera su mejor trabajo. Anne se arrodilló frente a papi, lo tomó con ambas manos y comenzó a lamerlo y masturbarlo. Papi le puso su mano en la cabeza, como queriéndola calmar, y se sentó al borde de una de las camas, abriendo sus muslos. Anne caminó sobre sus rodillas hacia él. Su morena vergota estaba en pleno apogeo, levemente inclinado hacia su cabeza, babeante, esperando sentir que la boca de Anne lo arropara. “¡Eres la mujer más caliente que he conocido!”, dijo Tomás. Anne se abalanzó sobre él, derribándolo, besando su boca y lamiendo su cara, con sus rodillas sobre los muslos de papi, sin importarle ni preguntarle si le molestaba. Tomás metió sus gigantescas manos debajo del negligé y comenzó a acariciar sus suaves nalgas, introduciéndole sus gruesos y ásperos dedos en el ano y la vagina, subiendo por su espalda y volviendo a bajar, mientras ella lo devoraba a besos. Después de un par de minutos de besar ávidamente a papi, Anne comenzó a bajar lentamente y acariciar con su cara la barba de Tomás; continuó bajando por su cuello, mordisqueando su garganta unos segundos, sin detenerse continuó lamiendo y besando su pecho, rodeando sus tetillas con la lengua, su estómago y su ombligo, para llegar al deleite final: sus 8 duras ...
    ... y obscuras pulgadas de carne que aguardaban con ansias una de sus superlativas mamadas. Tomás jaló una almohada y luego la otra, levantando un poco su cabeza para ver la rubia cabellera de su bella hija subir y bajar por el contorno de su pene, deleitándolo con su caliente y babeante boca cada vez que desaparecía por completo dentro de ella. Anne se quedaba unos segundos con el pene de papi completamente metido, mordisqueándolo en la base, lo sacaba por completo, tomaba aire, lo escupía y se lo volvía a tragar. Su pintura se había arruinado. El rímel de sus ojos se había corrido por las lágrimas que le salían al ahogarse con él, dejando huella de su lápiz labial en su contorno. “¡Uy, uy, uy!”, dijo Anne tras unos minutos. “¡Traes una semana de carga, siento tus huevos pesados y tu estómago duro, novio!” Se incorporó y fue a sacar de su bolso un condón. “Hoy si me pudieras hacer un hermanito-hijito-nietecito”, dijo riéndose. Tomás también se rio. Anne sacó el condón de su empaque, lo puso en su boca, y empujándolo un poco con la lengua y dientes, envolvió el pene de papi con él, casi a la perfección, mientras el viejón observaba en silencio. Lo sacó de su boca y lo estiró cuidadosamente con sus manos. Le quedaba justo. Se volvió a trepar sobre papi, levantó un poco sus nalgas e hizo a un lado el negligé, dejándose caer sobre él miembro, lentamente, sintiéndolo abrir sus entrañas poco a poco, haciéndola gemir de placer, mientras el viejón acariciaba sus bellos senos y erectos ...
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