1. Fiebre sexual


    Fecha: 12/09/2018, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... adentró por mi muslo desnudo, acariciándome con experiencia, enviándome cosquillas por el cuerpo, hasta que llegó a tocar el borde inferior de la tanga, enredándose en mis vellos púbicos. Me pasó un brazo por los hombros. La copa de vino cayó al suelo, estrellándose en mil pedazos; pensé que mi marido acudiría de inmediato, mandando el asado al carajo; sin embargo los labios de ese señor, fuertes y calientes se apoyaron en los míos. Y por mucho que traté de contener las oleadas de deseo que me subían por el vientre, no dudé... no dudé hacerlo. Sus besos se hacían de fuego, mi lengua y la suya se unieron en una batalla deliciosa, mientras que seguía acariciándome los muslos. Ahora uno de sus dedos había logrado traspasar la línea inferior de la tanga y acariciaba mi abultada labia vaginal. Lo peor de todo es que estaba majada... caliente y mojada. Mi rajita se contraía en espasmos de felicidad. Al engañar a mi marido fuera de casa, no me traía remordimientos, pero ahora estaba bajo el mismo techo, y no sabía cual sería su reacción al verme manoseada por su jefe inmediato… El perfume de Carlos era delicioso, masculino, intoxicante, cegador. Sin darme cuenta de lo que hacia, mi mano fue hasta sus muslos y le toqué tímidamente el bulto de la bragueta… Tenía la verga como un resorte de acero, por lo menos veinte centímetros de jugosa carne. Pensé que si no fuera una señora casada... Posiblemente este pensamiento me hizo reaccionar y apartarme de él, tratando de recomponer mi ...
    ... vestido. En ese momento apareció Daniel… Un momento después cerraba la puerta y nos dejaba solos. Una furia loca, una frustración total me invadió. ¿Así que mi esposo me entregaba a otro hombre? Pues bien, haría el papel de puta a la perfección. Después de todo, no me costaba tanto trabajo con un caballero elegante y fino como Carlos Pérez. Desatendida sexualmente, tampoco lo estaba; pero cuando sales a la calle y te dicen toda clase de piropos, tu fantasía empieza por abarcar otros rostros que ya no es el de tu marido… Las pláticas con las amigas que te dicen que se las cogió un buen macho, o que fueron seducidas por esos "maleducados que no te piden permiso para nada"… Pues va haciendo mella en ti… Nos deslizamos por el salón al compás de una música suave. Mientras que Carlos me apretaba como si fuera de gelatina., su mano se deslizaba por mis redondas caderas terminando apoyada en mis nalgas, en donde trazaba exquisitos círculos. Yo me pegaba más a él, sintiendo el calor y el impacto de aquel falo duro y masculino. Mi mano lo recorrió a lo largo... mentalmente contándole cada centímetro. Me soltó los dos tirantes que sostenían el vestido nuevo de mis hombros y este resbalo al suelo como líquido negro, dejándome en la combinación que les describí al principio. Un gemido de admiración partió de Carlos que se apartó un paso, contemplándome y relamiéndose los labios. En un segundo encontró el broche del bra y la prenda fue a reunirse con mi vestido. Mis senos se elevaron macizos y ...
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