1. En el silencio de la noche


    Fecha: 14/09/2018, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Alvaro G. Suese, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujer, atractiva, vigorosa, plena de deseos. Me atraes con solo leer tu nombre que a veces se ofrece como el canto de una sensual sirena apostada en el roquedal del mirador del Cíclope. Esta noche, cuando me acueste, soñaré contigo, con tus deseos, con tus fantasías, con tus temores. Te imaginaré en una playa de blancas y cálidas arenas con el ocaso como fondo, con las primeras sombras de una noche mágica deslizándose suavemente sobre las olas, a caballo de sus espumeantes crestas. Una pequeña furna perdida en el silencio del acantilado. Desnuda sobre las mojadas arenas con tus senos erguidos anhelando ser acariciados, lamidos, besados. Luego... la pasión sin límites, los deseos más ocultos hechos realidad, los sueños convertidos en algo tangible. El polvo más salvaje jamás contado, jamás sentido. Mientras, por poniente, un sol enorme de color rojo se hunde en lo más profundo de un mar azul, cargado de extraños presagios. He vuelto a mirar en nuestra ventana de secretos y no estás. Es tarde y sin duda estarás en los brazos de ese hombre con el que compartes la vida sin ilusión, sin deseos, sin pasiones. Me hubiera gustado cortejarte esta noche, que te convirtieses, por un momento imposible de ser medido por máquina del tiempo alguna, en mi particular confesonario para hablar con las estrellas. No estás, la venta está cerrada y tu sumida en tus sueños. Hoy, esta noche, te has convertido en mi musa, la inspiración para contarte mis pensamientos, para hablarte de ti en baja voz, ...
    ... casi susurrándote al oído. Deja que me acerque a tu cama, que acaricie tu rostro, que deposite pétalos de rosa sobre tu cuerpo desnudo. Se mía por un instante sin límites, sin tiempo, sin final. De nuevo el lejano reloj ha desgranado otra campanada que se pierde en el nocturno. Me asomo a la ventana y siento como una brisa con un penetrante sabor a sal acaricia mi rostro. Una brisa surgida de esa playa que ha quedado solitaria tras nuestra huida, una playa donde queda el recuerdo del suave aroma de tu cuerpo desnudo, la huella de tu sensual silueta marcada sobre la arena. Las sombras recorren las calles calladas y solitarias. Sombras fantasmales que se deslizan de forma imperceptible bajo la tenue luz de las farolas de luz amarillenta. A lo lejos, vagamente, se escucha el eco acompasado de unas pisadas. Alguien que viene de lejos con su historia, con sus sueños, con su vida, ¿serás tú? Deseo desnudarte para mí, hacerte mía y después, contarte al oído los viejos recuerdos de juventud. Hablarte del banco de piedra o de la plaza de cemento e incluso de aquellos niños que ocupan nuestro lugar de juego. Hablarte de ti, saber, preguntarte, devolverte la ilusión y los sueños. Ahora te imagino leyendo este escrito, este montón de renglones, quizás desnuda sobre tu cama, dejando que mis manos te acaricien, dejando que el deseo se adueñe de ti y que el placer, aunque sea solitario, se convierta en protagonista de tus vivencias. Déjate llevar. Que la noche te cautive. Que los sueños se ...